"Porque desde la primera vez que uno pone un pie en la vereda del Monumental no puede imaginarse
la vida sin la banda. Como existe el viento, como el cielo es azul. Gracias a Dios, existe River."
Ignacio Copani

viernes, 28 de septiembre de 2012

Tanta pasión merecía tener un día




¡Qué lindo saber que cada 28 de septiembre somos más los que festejamos este Día Internacional del Hincha de River! ¡Qué lindo saber que cada vez somos más los locos que nos reunimos cada domingo en las escalinatas del Monumental esperando por nuestro equipo! ¡Qué lindo sentir que las malas no nos separaron sino todo lo contrario. Que nos mantienen unidos, que estos colores nos mantienen vivos!

Nuevo día del hincha de River. Y como cada año que pasa desde aquel 2003 cuando se decidió tomar la fecha del nacimiento del gran Angel Labruna como punto de partida para el festejo, me pregunto qué es lo que me mueve seguir a estos colores. Como siempre digo, es algo muy difícil de explicar. Siempre me dijeron que a los sentimientos no hace falta entenderlos, que con vivirlos alcanza y sobra. Sin embargo, veintidós años después de haber conocido la banda roja, siento la necesidad de que entiendan mi locura. Una locura que créanme, me transforma en la persona más sana del planeta. Porque no mato, no robo ni cometo ningún acto que me haga repensar mi decisión de seguir a River. Diría que es todo lo contrario. Este club me hace vivir, me llena de energía, me devuelve las ganas de todo cuando no tengo ganas de nada.

Hoy leo en las redes sociales la cantidad de personas que comparten mi misma locura y siento que no me equivoqué. Que así como yo, son miles los que a lo largo y a lo ancho del planeta viven esta pasión. Que abrazar a un desconocido fue el acto más genuino cuando la pelota entró a la red. Que cantarle a mi primito las canciones de cancha antes que las de María Elena Walsh, es algo que volvería a a hacer.
No me arrepiento de las tardes que me perdí con amigos, de los cumpleaños de familiares, de las peleas con novios e incluso de las discusiones con mi círculo más cercano. ¿Por qué voy a arrepentirme? ¿Acaso River no es lo suficientemente importante en mi vida como para elegirlo? Claro que lo es. River es eso que aunque te falle, volves a perdonarlo. Que aunque te enojes, entendes que el amor es mucho más fuerte. Es ese amor fiel que no se siente por nada ni nada. Que no se cambia, no se vende y mucho menos, se entiende.

¡Qué lindo es ser hincha de River! Me enorgullece poder decirle a tantos, muy feliz día. Que nos lo merecemos, que pasamos por muchas y necesitamos tener un día nuestro. En el cual pidamos por la vuelta del éxito, la magia y la alegría. Que dejemos atrás esos momentos que oscurecieron nuestra historia y que se haga justicia con aquellos que la mancharon. Que somos muchos los que aún en el peor de los estados, vamos a estar cada vez que nos necesites. Feliz día a vos que llevás el blanco y el rojo como bandera. A vos que llegás al Monumental y sentís ese nosequé en la piel. A vos que dejas todo por cumplir el ritual de cada fin de semana. A vos que levantás hoy tu copa y brindás por Angelito, por el Beto, por el Enzo y tantos otros que te regalaron los mejores momentos de tu vida. A vos, y tantos tantos otros, feliz día.





martes, 7 de agosto de 2012

Peguemos un volantazo, urgente.



¡Ay River! ¡Qué manera de hacerme sufrir! De hacernos sufrir a tantos que esperamos tu vuelta. Parece una historia de nunca acabar. Llegar con todas las ilusiones de ver un cambio, ese que significara la vuelta a primera con bombos y platillos. Es cierto que la mancha va a quedar, no tengo dudas. Pero el hecho de pensar que llegaba ese domingo con el que tanto soñamos ya era un motivo para comenzar a dejar los colores oscuros y pintar un panorama bastante más ameno. Sin embargo, lo mismo de siempre. El dejavú. El "esto ya lo viví". Mirar para todos lados intentando encontrar una explicación. ¿Cómo puede ser? Algo tiene que motivarlos. Y salir de la cancha con la misma sensación de que nada cambió. De que dejar afuera a los referentes, no tuvo sentido. Que otra vez se subestimó un mercado de pases como ya pasó en varias oportunidades. Que seguimos cometiendo los mismos errores en defensa, que no pateamos al arco, que nuestro arquero sigue quedándose parado. Y para colmo, erramos la posibilidad de llegar al empate. Sí, no solo a nivel futbolístico dejamos bastante que desear sino que la suerte tampoco acompaña. Hace algunos meses escribí algo parecido y me preocupa. No pretendo depender de la fortuna, no me mal interpreten. Simplemente tengo la certeza que en River todo, absolutamente todo, funciona mal.

Siento que año tras año todo vuelve a repetirse. De aquellas épocas donde ganar era una sana costumbre pasamos a estos partidos donde no sabemos qué pasará. O lo que es peor, rezamos por no cometer ninguna torpeza que termine con la pelota en el centro de la cancha. Me apena salir de la cancha pensando que todo esto será muy duro. ¡Somos River! ¿Desde cuándo permitimos que venga cualquiera a nuestra cancha y nos falte el respeto? Sí, me respondo sola. Se desde cuándo. Desde que permitimos que nos roben  en nuestro propio club. Desde que nos empezamos a preocupar cuando vimos que la tonalidad del rojo en los números se iba oscureciendo cada vez más. Desde que aplaudimos a jugadores que se olvidaron de la historia de River. Desde que decidimos comenzar a ganar en la tribuna, antes que en la cancha. Por quién alentaba más, quién llevaba la bandera más larga. Quién se plantaba primero. Y nos olvidamos que los puntos para no descender, solo los conseguimos peleando en el campo de juego.

Me duele, me enoja, me entristece ver así a mi querido River. Si algo podía calmar la pesadilla de las 38 fechas en la B, era un buen debut en el torneo que deje en claro los motivos por los cuales volvimos. Y que sea apenas un aviso para todo lo que vendrá. Sin embargo, todo fue al revés. Las ilusiones se dilapidaron en apenas unos minutos, al igual que me sucedió en tantas otras ocasiones. Muchas veces sueño con volver a esas tardes donde ir al Monumental era una rutina de llegar, ganar e irse. Una rutina que disfrutaba a pleno, y no quiere decir que hoy en día no lo disfrute. Pero me duele en el alma ver que no hay respuestas, y que tampoco hay autocrítica. Que seguimos con el cassette del merecimiento cuando ya comprobamos que los goles se hacen, que los tres puntos no se merecen. Sigo confiando en este equipo y en el cuerpo técnico. No tengo dudas que el material para salir adelante, está. Pero es necesario pegar un volantazo y despertarse para no volver a sufrir, o mejor dicho, para dejar de sufrir.

martes, 31 de julio de 2012

Te alentaremos de corazón




¡Pensar que abrí este espacio a modo de catarsis! En aquel entonces busqué todas las maneras existentes de canalizar el dolor que me provocó ver caer a River. Esos días no me los olvido más. Para quienes llevan el sentimiento tan adentro será fácil comprenderme. Las preguntas eran muchas y las respuestas brillaban por su ausencia. ¡Cuántas veces intenté buscar culpables! Nada me era suficiente. Ni los jugadores, ni el cuerpo técnico, ni los dirigentes. Ni siquiera el jefe máximo. Ninguna explicación me alcanzaba para calmar la tristeza que me generaba imaginar a River, sí, al más grande, al más ganador, en una categoría menor. Y decidí emprender diferentes proyectos para acompañar a mi equipo en lo que sería un camino eterno, interminable. Con kilómetros y kilómetros por recorrer. Con muchos obstáculos por esquivar. Nadie dijo que sería fácil y sin dudas, todos los que vivimos este año inmenso, tenemos bien en claro que nos costó varias lágrimas y desilusiones. Pero como todo también tuvo esos momentos de los lindos. Esos abrazos interminables, esas manos rojas de aplaudir. Esas gargantas afónicas de alentar. Sea donde sea, en cada lugar donde se presentó Matías Almeyda y sus dirigidos, la fiesta fue millonaria.

Vuelvo a darle la razón a esa frase que dice Tarda en llegar pero, al final, al final hay recompensa. Es totalmente cierta. Por aquellos días más de uno sintió que gran parte de su mundo se le vino abajo. Que esa institución tan grande se había convertido en tierra de nadie. Todavía recuerdo lo que pensé cuando iba al Monumental en aquella lluviosa tarde frente a Chacarita. La primera fecha del torneo en el Nacional B para River. Sí, hasta el día de hoy, difícil de creer. 38 fechas eternas, recorriendo provincias, pensando en cómo sería visitar ciertas canchas impensadas para nosotros. Siempre nos reímos de la desgracia ajena sin pensar que en algún momento podía caernos a nosotros. Y al final, nos cayó. ¡Y vaya si dolió! Pero como toda historia, tiene su final. Y en nuestro caso, fue feliz. Costó tanto que yo soy otra que siente que este año valió por varios más. Sin embargo, cada fin de semana de incertidumbre, me fue haciendo más fuerte. Dicen que en las malas se ven a aquellos que realmente están y si somos tantos, estoy orgullosa de llevar estos colores y defenderlo tanto como lo hacen millones a lo largo y a lo ancho del mundo.

Se viene lo mejor. Costó pero llegamos. Volvimos al lugar del que nunca debimos habernos ido y es momento de comenzar a dejar atrás tanto sufrimiento. De renovar el pacto, de agigantar la pasión. De volver a jurarle amor eterno a River, nuestro River. El River que todos deseamos vuelva a brillar. De defender los colores ante todo, de hacer respetar nuestra bandera con los ajenos pero sobre todo, ante los propios. Soñemos en grande, si siempre nos sobró historia. Volvamos a las fuentes, estemos unidos. Cantemos más que nunca, aplaudamos, dejemos que el corazón le gane una vez más a la razón. El domingo arranca una nueva ilusión y como ocurrió en cada centímetro de nuestro país y del mundo, vamos a ser muchos los que te alentaremos de corazón.

viernes, 29 de junio de 2012

Hasta siempre, Beto.



Te fuiste. Dejaste un legado imborrable, querido Beto. Transmitiste tu pasión por River siempre que pudiste. Profesaste el amor a los colores hasta el último día. Sufriste junto a nosotros, lloraste como lo hicimos aquellos que llevamos tan adentro esa banda roja. Seguro te habrás enojado, intentaste encontrar respuestas a un momento que todavía ninguno entiende. Y lamentablemente te fuiste con esas preguntas que hasta hoy nos seguimos haciendo. Me animo a decir que no buscaste culpables, pero tampoco te olvidaste de los que le hicieron esto a tu querido River. Hoy recuerdo aquella frase que dijiste cuando explicaste que te dolió más el descenso, que el día en el cual te enteraste sobre tu enfermedad. Y vaya si te creí aquel día y si te creo hoy. Llevaste el sentimiento a todos lados. Durante tus 40 años de carrera River nunca se ausentó de tus micrófonos. Fuiste el corazón, las palabras y el alma de todos nosotros cuando no tuvimos espacio para expresarnos.

Te hiciste socio en el año 1978 y tuviste la alegría de ser vitalicio del club. Fijate si representaste a River que hasta prestaste tu voz y tu imagen para la película que se proyecta de los mejores jugadores en el Museo de Figueroa Alcorta. Viviste los 18 años sin salir campeón y aseguraste que si bancaste al equipo durante todo ese tiempo, cómo no ibas a hacerlo ahora. Y te diste el gusto de calmar esa tristeza que tuviste al verlo caer aquel sábado junto a todos nosotros. De alguna forma, y aunque hoy suene un tanto ambiguo, volviste a vivir. Seguramente no pudiste festejar como hubieras deseado. Te tocó bailar con la más fea y sin embargo siempre diste pelea a una batalla difícil de ganar. ¡Si sabremos de luchas nosotros, los hinchas de River! Y estoy segura que esa fuerza que hacías por el equipo partido a partido fue la misma que pusiste para recuperarte. Nunca voy a entender por qué se va la gente buena, por qué se van aquellos que le hacen bien al alma. Pero si de algo estoy feliz, hoy en el día de tu partida, es de que pudiste verlo volver. Te habrás emocionado tanto como nosotros. Volviste a firmar ese pacto eterno que tenemos con los colores, más allá de la vida.

Quien hable de vos seguramente dirá la palabra River en el medio. Fuiste, sos, y serás siempre sinónimo de la banda roja. Hoy te habrás encontrado con esos grandes que viste en la cancha. Y también con esos que nos dejaron hace poco, el flaco, Caloi, y tantos otros, conocidos y desconocidos que forman parte de esta gran familia millonaria a la que estoy orgullosa de pertenecer. No descubro nada al decir que te ganaste un lugar enorme en el cielo, y estoy segura que a partir de Agosto, cuando empiece la nueva temporada en el lugar del que nunca debimos habernos ido, vas a alentar desde aquel círculo celeste que encierra nuestro maravilloso Monumental. Como lo hiciste desde la tribuna, desde la tele o desde la radio, vas a volver a profesar el amor más puro por lo colores de River. Tu River.

domingo, 24 de junio de 2012

Punto Y Aparte.



Final a la pesadilla que me mantuvo en vilo 363 días y noches. Final a la pesadilla que me generó el nudo más grande en la garganta, el mayor dolor de cuerpo. Final a una pesadilla que me costó peleas con amigos, con familiares. Y por sobre todas las cosas, final a una pesadilla que reafirmó el amor que siento por estos colores. La locura que genera un club de fútbol. La pasión que, 38 fechas después, le sigue ganando por goleada a la razón. Hace meses vengo pensando qué escribiría hoy. Fueron muchos los domingos que me desperté con la idea de que el anhelo se alejaba, pero también fueron muchos los días que renové la confianza en el grupo que defendió a muerte esta camiseta. Hoy, créanme, no me sale nada de lo que había planeado. Hoy no entiendo cómo llegamos hasta acá pero si todo lo sufrido valió para despertarme con la sensación que todavía tengo no me arrepiento de nada. 

Llegué al Monumental con una incertidumbre insoportable. No sabía qué hacer para adelantar el tiempo. Las agujas del reloj parecían estancarse cada cinco minutos. Nadie me aseguraba el resultado y, era previsible que no sucediera pensando que tantas veces nos confiamos y nos llevamos la desilusión a casa. Esta vez ni el más optimista se animaba a vaticinarme el final de esta historia. La postal era repetida en los miles de rostros que se hicieron presentes. Recibí llamados de personas que jamás pensé que recibiría deseándome una especie de suerte que ni yo creía. La previa fue a puro nervio y ansiedad hasta que se hicieron las 3, y la pelota comenzó a girar. Radios por doquier en todo el círculo del Monumental. Recordé aquel partido ante Lanus donde las malas noticias llegaban minuto a minuto y, por supuesto, intenté pensar que la historia esta vez tenía que estar del lado de River. Y ocurrió lo que tanto ansiábamos. El pitazo final desató el llanto, la locura, la felicidad en todos. Habíamos terminado con el sufrimiento de meses y necesitábamos esa explosión en el alma que todavía me recorre por la piel.

Qué difícil se hace hablar de los sentimientos. Y más complicado es cuando se trata de uno imposible de explicar en palabras. Es cuestión de sentirlo, de vivirlo. Se trata de dejarse llevar por la pasión, por la locura que genera la camiseta. Se trata de conocer la historia, la gloria. De los motivos por los cuales este club es demasiado grande y de ninguna manera merecía estar en el lugar donde muchos lo llevaron. Pienso en los kilómetros recorridos, en los maltratos que recibimos. En las canchas que visitamos, la lucha por entradas, la angustia que arrastramos hace ya varios meses y más orgullosa me pone saber que seguimos estando. Que nunca nos caracterizamos por abandonar. Que pudimos habernos enojado, criticado y hasta pensamos en dejar todo pero, el amor, el amor es más fuerte.

Siento un gran alivio. Tengo la sensación de haberme despertado de un año colmado de negativas. Porque si ganábamos, no jugábamos con nadie. Si empatábamos éramos el peor equipo y si perdíamos, bueno, para qué decirlo. Un año en el cual los refuerzos llegaban rotos, los jugadores estaban peleados. La dirigencia le había soltado la mano al cuerpo técnico y el técnico, uno que tuvo que ponerse el buzo casi sin tiempo a pensarlo, era incapaz de sacar esto adelante. Y finalmente, todos unidos, lo logramos. Aquel mundo que se me derrumbó el 26 de Junio de 2011 hoy parece comenzar a reconstruirse. Llevará su tiempo, no tengo dudas. Pero hoy decido ponerle punto y aparte al sufrimiento más grande que viví. Hoy empiezo a escribir una nueva página con la certeza de que somos millones los que llevamos la banda roja en el alma y no vamos a dejarte caer, nunca más.


lunes, 4 de junio de 2012

Será por todo lo que fuimos



Y pasó nomás. Una nueva frustración. Un nuevo golpe en el pecho, un nuevo dolor de cuerpo. Un poquito más de alcohol a un fuego que parece no apagarse más. Una nueva herida a un alma que no encuentra razones para seguir sufriendo. Para seguir pagando los errores de otros, para seguir hundiendo la historia de un club que hace agua por todos lados.

Hasta cuándo. Es la pregunta que me hacen muchos como si me pusiera el traje de Nostradamus y pudiera predecir un final que ni yo sé como terminará. Ojalá, créanme que desearía más que nada tener esa respuesta. Poder decir con certeza que quedan apenas tres semanas de esta dura e interminable pesadilla. Y ojo, no voy a negar que será algo que nos acompañará de por vida. Pero volver a la máxima categoría significará, sin lugar a dudas, un cambio de aire que necesitamos todos los que venimos experimentando los peores sentimientos. Bronca, impotencia, tristeza. Soy la primera que, cada fin de semana, se pregunta hasta cuándo habrá que seguir buscándole explicaciones a algo que realmente no la tiene. Ya no creo en nada, ni en nadie. No creo en promesas, en vaticinios, en cábalas. En nada. Cada encuentro se encarga de derrumbar mis teorías. Cuando creo ganado un partido en los 90 minutos, me lo empatan. Cuando lo creo ganado por el historial y las estadísticas, nos quedamos a doce pasos de la final. Como si fuera poco, de esa final tan deseada. Sí, los astros están alineados en nuestra contra hace rato y si bien no estoy para nada a favor de la violencia, creo que es momento de hacerles una visita y explicarles que el corazón ya no aguanta más.

Si algo aprendí desde el 27 de Junio de 2011 es a no negar la realidad. A aceptarla tal cual es y de ahí emprender el punto de partida hacia la reconstrucción, resurrección, como quieran llamarlo. Si olvido, si perdono, si no exijo o si no me enojo estaría cayendo en la necedad de aquellos que intentan tapar el sol con las manos. Tengo en claro que no me gano el título de hincha por hacer caso omiso a un momento que ni el más pesimista imaginó. Sino, todo lo contrario. Reafirmo mi condición de hincha involucrándome, acompañando, alentando, defendiendo mis colores. Pero también lo hago criticando, analizando y reprobando las actitudes de aquellos a los cuales la camiseta, tanto dentro como fuera del campo de juego les queda demasiado grande. Así como también, decido hacerlo ante un técnico que ayer por la noche tuvo una gran responsabilidad en el resultado final. Sí. Respeto las opiniones a favor y en contra pero una semi final era motivo suficiente para ponerle un poco más de picante a un equipo que llegó de gran manera a esta instancia y que ayer le faltó un caudillo que agarre ese sexto penal y se haga cargo de una pelota que en ese momento quemaba. Y la agarró un chico que con 24 minutos en cancha y algunos escasos partidos, definitivamente no tuvo la culpa.

Siento cada fin de semana que la herida se hace más grande. Pero también, y aunque piensen que estoy loca, me corre en la sangre el amor por River más que nunca. No quiero decir que me acostumbré porque sigo pensando que se puede estar mejor. Pero también es cierto que cada derrota, cada golpe, cada tristeza hace más grande el amor que le tengo a esta institución, al rojo y al blanco. Que cada semana espero más ansiosa el próximo partido. Que a pesar de los duros momentos, siento la necesidad una vez más de acompañar a mi equipo. De seguir escribiendo, de no darme por vencida. Y me llena el alma ver que seguimos fieles a River. que las camisetas siguen estando, que el hincha genuino sigue firme. No soy hincha de la hinchada, para nada. Si hay algo que siempre resalté es al verdadero hincha de River. Ese que respeta la historia y se hace respetar. Ese que en apenas tres semanas, si las piernas, la cabeza y la suerte juegan a nuestro favor, se irá a dormir con una sonrisa y con el alma un poco menos maltrecha. Que sea por la historia, por los ídolos, por los títulos. Que sea por todos los que fuimos. Pero que la vuelta, sea una realidad.


viernes, 25 de mayo de 2012

111 años después, te vuelvo a elegir.



Hace horas vengo pensando de qué manera iba a resumir en algunas lineas lo que significa River en este cumpleaños número 111. Muchos me dijeron que no hay nada por festejar. Argumentaban que estar en la B, en una situación impensada, era motivo suficiente para pasar el 25 de Mayo como un día más. Con perfil bajo, inadvertidos. Me enojé. No entendía como esos que se llenan la boca hablando de aguante, de amor, de pasión, pudieron esbozarme no festejar un nuevo año junto a River. Por eso decidí izar la bandera más que nunca y partir rumbo al Monumental. Mi casa, nuestra casa.

Al llegar pude ver a todos esos locos apasionados como yo. Entendí que no estaba errada en querer festejar un nuevo cumpleaños. Entendí que, más allá del dolor que causa ver a River en esta categoría, me regaló muchas más alegrías que tristezas. Entendí que esa canción que reza Pasan los años, pasan los jugadores, pero lo que no pasa, River es mi pasión sigue intacta. Que la locura sigue intacta. Que el sentimiento no entiende de circunstancias, de partidos, de lugar donde nuestro querido millonario.
Me encontré con muchos conocidos, y una vez más entendí por qué estaba caminando junto a ellos. Sin dudas,  River, además de lo que me dio a lo largo de mi corta edad me hizo conocer personas que seguramente jamás hubiera encontrado. Me regaló una nueva familia, la riverplatense, me regaló los mejores abrazos, las mejores afonías. Siempre digo que River en mi vida es como una terapia. Puedo tener la peor semana pero pisar el Monumental logra que mi mundo se reduzca por dos o tres horas a la mayor felicidad. Con River no existe el mal de amores, las peleas con amigos, las discusiones familiares. Con River no existen los malos días, los problemas laborales se terminan, las desilusiones se olvidan. River genera que el corazón, la mente, el cuerpo luzca como nuevo. Es mágico. Uno entra en ese círculo rojo y blanco y el aire se renueva. Y solo te dedicás a disfrutar. A vivir la fiesta. A llevarte en las retinas las imágenes que solo se sienten en el corazón.

Seguramente, hace 111 años, esos soñadores que forjaron nuestro querido River Plate no imaginaron que tendría este significado en la vida de tantos. En la vida de aquellos que lo tienen todo, y en la de esos que no tienen nada y se aferran a estos colores para seguir viviendo. Esos que entienden a River como una forma de vivir, como un pacto de aquí a la eternidad. Es difícil de entender para aquellos que no lo viven, lo sé. No voy a pretender que comprendan mi locura, déjenme nomás vivirla.

Ignacio Copani cantó en uno de sus temas que Ser Riverplantese es gozar la vida y es cierto que en este último tiempo a nosotros nos está costando disfrutar. No soy necia y admito el momento que estamos atravesando. No voy a negarlo, me duele en el alma ver en ruinas al club que me vio nacer y que yo vi crecer. Me duele tanto como ver herido a una familiar, porque créanme que no miento al decir que River es una parte enorme de mi vida. Y es por eso que decidí no abandonarlo. Que si me regaló tantas sonrisas, tantos momentos inolvidables, tantas personas inigualables, hoy me necesita a su lado. Y hoy, 25 de Mayo, en el día de su cumpleaños no iba a dejar de estarlo. Sentir esta interminable pasión es un sentimiento que no se explica pero tiene nombre. Se llama River Plate y hoy, 111 años después, te vuelvo a elegir.

domingo, 20 de mayo de 2012

Entre la razón y el corazón.



Volví a mi querido blog. Habiendo pasado un poco más de dos meses de la última entrada me sentí en la necesidad de volver a hacer un poco de catarsis acá. De contar la pesadilla que estoy viviendo junto a miles que lo sufren cada fin de semana. Con altibajos, no lo voy a negar. Las victorias me ilusionan pero los empates, que a esta altura ya se transforman en derrotas, me derrumban. No disfruto los partidos y, para peor, llego a mi casa con un dolor de cuerpo y alma que me consume. Es que quiero tanto a River que me doy cuenta que no exagero cuando digo que esta camiseta es realmente es mi vida. No encuentro explicación para semejante momento. No puedo entender cómo llegamos hasta acá. Pasamos de ser el más grande a un equipo completamente frío, sin corazón. Sin ideas, sin caudillos. Los referentes pelean más con los hinchas que dentro del campo de juego. Las explicaciones no alcanzan y cuando más se las necesitan, brillan por su ausencia. Y en las tribunas, el aliento ya no contagia. Pero qué se le puede pedir a toda esa gente que aún en los peores momentos sigue estando. 

Presentimiento, premonición, como quieran llamarlo pero ayer, antes del partido, me acordé de aquella bandera que pusieron hace un año y rezaba "Jueguen por nosotros, estamos con ustedes." Todos conocemos el final de la historia de esa bandera pero créanme que hoy volvería a colgarla. No dudo que los jugadores sufran por este momento, pero nadie más que el hincha genuino, ese que hace superlativos esfuerzos para llegar desde cualquier lado a cada lugar donde juega la banda roja, se fue ayer con un nudo en la garganta inexplicable. Lo que viví ayer en el Monumental hacía mucho que no me ocurría. Me fui realmente mal. Perdida, desconsolada. No entendía lo que había pasado. Cómo se nos habían escapado dos puntos de manera increíble, inadmisible, imperdonable. Cómo se puede llevar puesta una camiseta con tanta historia y no defenderla. No puedo explicarles la impotencia que me recorre. Ayer era tristeza, hoy se transformó en bronca. Bronca de mirar una y mil veces los videos del River más ganador y caer en la realidad de que ya no queda nada. Bronca de escuchar a la persona que me llevó por primera vez a la cancha decir que jamás se imaginó esto. Y tiene razón. ¿Cómo se lo voy a refutar? Pasó 18 años sin salir campeón, aguantándose las cargadas de sus compañeros y lo que estamos viviendo hoy lo superó ampliamente. Y él, mi viejo, que pensaba que no iba a haber nada peor que esos 18 años... 

Me preguntan qué haría si River debiera pasar una temporada más en la B y mi cabeza entra entre crisis. No toleraría un año más así, bajo ningún punto de vista. No minimizo a los demás rivales pero sé que River es mucho más que esta categoría. Quizás no se demuestra en la cancha, pero una historia nos avala y es por ella que no puede suceder. Hasta me niego a pensar en una hipotética promoción. No creo que mi corazón, aún siendo muy jóven, soporte esas dos finales. Ya lo pasamos una vez, ¿qué necesidad de volver a vivirlo?. Pero inmediatamente mi corazón responde que seguiría estando junto a River. Y aunque me duela en el alma hoy no estoy segura del final de esta historia. Por un lado, deseo despertarme dentro de cuatro fines de semana. No quiero sufrir más, no quiero ver como el club del cual soy hincha, socia y una eterna enamorada se sigue cayendo a pedazos. No puedo ver que la gente termine peleándose entre sí cuando deberíamos estar más unidos que nunca. Y por otro lado, me siento en la necesidad de seguir junto a ellos. De acompañarlos, de decirles una vez más que estamos. Que no abandonamos. Que no somos como esos que en las malas se borran. Que sabemos de alegrías, de fiestas, de vueltas olímpicas. Que nos necesita más que nunca y que elijo estar hasta el final.

Duele el alma al verte así, River de mi vida. Duele ver lo que te hicieron, lo que nos hicieron. Duele no encontrar respuestas en un momento donde necesito que me aseguren que en un mes voy a empezar a escribir otra historia. Una historia que hable de verte brillar como tantas veces te vi. Donde pueda llenar las páginas de gloria y no de desazones. Espero el día en el cual pueda torcer la historia. Donde pueda dormirme pensando en que volvimos al lugar del que no debimos haber ido jamás. Donde los nudos en la garganta y las opresiones en el pecho se transformen en sonrisas, en cansancio de saltar. En dolor en las manos de aplaudirte. No se de dónde saco fuerzas pero sigo confiando en ustedes, no nos defrauden.

lunes, 5 de marzo de 2012

Don ángel, o simplemente, Angelito.



Querido Angelito, hace mucho tiempo buscaba un momento para escribirte. Desde aquel 26 de Junio, no me animé a hacerlo. No sabía por dónde empezar. Si contarte de la gloria que viví desde la primera vez que pisé el Monumental, nuestro Monumental, o si hablarte de la pesadilla que padecimos aquel día, insospechado para todos los que llevamos esa misma banda roja que supiste hacer grande, muy grande.
Todo lo que pueda contarte de ese día, seguramente ya lo sabrás. Vos más que nadie tenés el círculo celeste comprado, y estoy segura que también estuviste aquel domingo de Junio. Si hay algo que rescato, es que por suerte, un gigante como vos estuvo mucho más cerca del cielo, que de ese infierno.
No voy a hondar mucho más en el tema. La historia ya la debés conocer, y al igual que todos los riverplatenses, será algo que difícilmente podamos borrar de la memoria. Dejame decirte que mi intención no es borrarlo, porque considero que olvidando, estamos avalando el desastre que hicieron y lo que es peor, corremos el riesgo de volver a cometer los mismo errores que nos trajeron hasta acá.
Si hoy encontré el día preciso para escribirte fue porque siento que después de 23 fechas, hicimos camino al andar. Que nos costó y nos cuesta, pero poco a poco estamos empezando a ensayar el reencuentro con ese estilo que vos, y esos 4 monstruos supieron darle a River. Esa Máquina que hoy está en el Museo, esa misma que se ganó el nombre de la confitería del club, y que quedará para siempre en la historia más grande de tu querido, el mío, el de tantos, River Plate.
Entre tantos atrevimientos que me tomé, como el de tutearte, me gustaría pedirte un útlimo favor. Aunque para ser sincera, dudo que sea el último. Debo confesar que más de una vez miré al cielo buscando un guiño tuyo. Algo que me hiciera creer que no todo estaba perdido, que vos nos ibas a dar esa mano que dentro del campo de juego no aparecía. Seguramente continúe con mi metodología de buscarte entre las nubes, y no dudo que llegarán esas noches de copa donde te encuentre en alguna estrella y nos envíes esa ayuda extra que necesitaremos. Pero en esta oportunidad, me encantaría pedirte que tu mensaje les llegue a los jugadores que hoy defienden los colores. Que dejen la vida por esta camiseta. Que tanto esfuerzo de ustedes, seguramente no fue en vano. Que somos grandes, y como tal, es necesario hacer valer esa grandeza. Que necesitamos de tu mística, de tu magia. Que el anhelo está cada vez más cerca y unidos, será algo fácil de concretar. Que casi 111 años de historia, no pueden reducirse a unos pocos de oquedad.

Muchos dirán que enloquecí, pero escribirte a vos es algo que siempre quise. No tuve la posibilidad de verte, ¡pero me contaron tantas cosas! Goles, gambetas. Los triunfos contra el eterno rival, las vueltas olímpicas. También los libros me ayudaron a conocerte un poco más, a entender tu amor por la banda y a forjar el mío, y creeme que es tan puro como el tuyo. Hasta tuve la suerte de hablar con tu hijo y sentir de alguna manera que estaba más cerca tuyo que nunca.
Sólo me faltó conocerte, y lo lindo que hubiera sido un café con vos.

sábado, 18 de febrero de 2012

Un poquito más cerca.



Y pasó nomás. Es increíble el tiempo que uno espera por esos noventa minutos y lo rápido que se disipan. Parece como a propósito esperar tantos días para que la fiesta sólo dure una hora y media. De todas formas, si todas las tardes en el Monumental serán como la que vivimos hace apenas unas horas, déjenme contarles que estoy dispuesta a extrañar estos colores durante toda la semana.
Lo cierto es que River volvió a dar muestras de que algo está cambiando. Es cierto, los rivales no tienen la misma fortaleza, sin embargo también es verdad que en otro momento estos partidos se nos escapaban de las manos y en muchas ocasiones, por situaciones insólitas. Hoy logramos llevarnos los tres puntos, seguir luchando bien arriba y ver muy buenos desempeños de jugadores que antes dejaban mucho qué desear.
Imposible explicar lo vivido en las tribunas. Desde aquel encuentro ante Patronato, deseaba volver a mi querido Monumental. Deseaba volver a pisar esos escalones, esa butaca. Volver a mi lugar, al lugar donde pueden verme tal cual soy. No miento cuando digo que ese círculo rojo y blanco tiene magia. Contagia pasión, locura. Uno puede tener una mala semana, estar atravesando una mala situación, y sin embargo llegar a Núñez transforma todo en algo pasajero. Allí sólo existe una premisa. Alentar a River, en las buenas y mucho más en las malas. Y lo que es mejor aún, saber que todos esos miles de desconocidos comparten el mismo sentimiento.
Ser de River es algo imposible de explicar. Va más allá de todo. Muchas veces me preguntaron qué hubiera sido de mi vida si no hubiera conocido a River y realmente es algo para lo que no tengo respuesta. No concibo la vida sin River, no entiendo el fútbol de otra manera si no es de la mano del millonario. Los fines de semana no tendrían sentido sin ir a alentarte, y la semana no tuviera nada interesante si no esperase por ese sábado o domingo para reencontrarnos. Pero como siempre digo, sólo aquel que lo sienta como yo, podrá entender la magnitud que tiene este club en la vida de cada uno de nosotros.
Me enorgullece saber que tantos miles lo entienden como yo. Que cada vez hay mas padres que llevan a sus hijos a que conozcan el Monumental, con la camiseta de la banda roja, la tricolor, o cualquiera que contenga ese escudo. No puedo evitar recordar la primera vez que lo pisé de la mano de mi viejo, y ver que tantos nenes hoy son parte de esa fiesta realmente me hace pensar que tenemos un buen futuro. Que si de pasión se trata, tendremos el primer puesto asegurado por muchos, muchísimos años más, lejos.

Esta tarde volvimos a dar muestras de que estamos más vivos que nunca. De que no importa la categoría aunque muchos por no decir todos, tengamos la mente puesta en el retorno a la máxima división. Hoy, en el debut del equipo de Almeyda en el Monumental, volvimos a rubricar el pacto que nos une de por vida. Volvimos a ilusionarnos como en las mejores épocas. Volvimos a creer en que tanto sufrimiento tendrá una recompensa que anhelamos todos los que te llevamos en el alma, porque sin dudas esta hinchada, es merece ser campeón.

martes, 14 de febrero de 2012

Un amor así nunca se olvida.



Fueron muchas las veces que intenté buscarle la definición exacta a ese sentimiento que suelen llamar amor. Si bien cada uno tiene su explicación, nunca logré llegar a algo concreto. Lo cierto es que todos los "tipos" de amores son valederos. Y su validez proviene de la pasión que encierra ese sentimiento.
Hoy 14 de febrero, día de los enamorados, volví a hacerme la misma pregunta. Como bien dije antes, el amor en todas sus expresiones es absolutamente válido y más cuando es tan puro y fiel como lo es en el caso de River. Créanme que no me equivoco al decir que es el único amor que me va a acompañar toda la vida, y seguramente más allá de ella.
Si estar enamorado implica alegrarse, enojarse, emocionarse, pelearse, entonces me declaro enamorada de River Plate. Porque con estos colores experimento todo tipo de sensaciones. Porque me regaló tardes de suma alegría y momentos de profunda tristeza. Me hizo crecer y conocer gente tan enamorada como yo. Logró transformar mis fines de semana. Consiguió que empiece a contar los días que faltan para verlo. Sólo River logra que me levante temprano con una sonrisa por ir a buscar una entrada. O que directamente no duerma por hacer una fila para conseguir mi localidad.
Sólo River consigue que no esté presente en una fecha familiar, o que postergue vacaciones, salidas con amigos, por noventa minutos en nuestra casa. Sólo River logra sacar de mi aquello que nadie consiguió. El amor, la pasión, la locura. Y como si fuera poco, me regala la posibilidad de compartirlo con tantos miles de apasionados que lo sienten igual que yo.
Es cierto que si algo entendemos los que llevamos a River tan adentro del alma es que no necesitamos un día para expresarle todo lo que sentimos. El día que llegamos al mundo y conocemos estos colores, firmamos un pacto de fidelidad eterna. Ese que habla de acompañarte en todo momento, en las buenas, y mucho más en las malas. Ese que habla de defenderte ante todo y todos. Y por sobre todas las cosas engrandecer cada día un poquito más tu grato nombre.

Hoy siento que nos necesitás más que nunca. Hoy nos encontramos en un momento donde la unión es la única herramienta que tenemos para salir adelante. Hoy entiendo que si me regalaste tantos momentos de gloria, no encuentro motivo por el cual no estar a tu lado. Sino todo lo contrario. Hoy tengo la fuerte convicción de acompañarte al lugar donde vayas. De alentarte hasta que me quede sin garganta y de retarte cuando sea necesario. Porque el amor genera sentimientos encontrados, pero al fin y al cabo, una pasión tan grande no entiende de momentos, sino que se rige por un corazón que te dice que te quiere y que pueden pasar los años, pero un amor así nunca se olvida.


jueves, 9 de febrero de 2012

Nos siguen pegando abajo



Si la interminable travesía del hincha de River a lo largo de este torneo ya era todo un suplicio, parece haberse abierto hace ya varios meses un curso intensivo acerca de cómo hacernos la estadía más compleja de lo que ya es. Decir que está de moda tomarnos el pelo suena repetitivo, pero créanme que es lo más acertado que encuentro para describir el manoseo que se le está haciendo a quienes cuya intención sólo habla de acompañar a su equipo, juegue donde juegue.
Hablar de la ineptitud de los organismos que debieran garantizar el desarrollo de una fiesta como lo debe ser un partido de fútbol, no es novedad. Puedo citar varios ejemplo que me avalan, pero aún así no alcanzaría para entender la insólita complejidad que tiene para algunos organizar un encuentro deportivo. 
Las entradas, los estadios, las hinchadas. Todo es un problema cuando comienza un torneo. Y una vez más, el hincha es el perjudicado. Quedamos en el medio de un tironeo aquellos que sólo entendemos este deporte como una pasión. Aquellos que esperamos toda la semana para ver a River, aún jugando en escenarios deplorables, tal como ocurrió el pasado fin de semana.
Entiendo que hace mucho el fútbol dejó de ser un sentimiento para transformarse en un negocio del cual muchos se llenaron y continúan llenándose los bolsillos. Pero déjenme decirles a todos esos que nosotros como hinchas, socios y fanáticos de nuestros colores, no concebimos a este deporte de esa manera, y mucho menos a River. Son miles, millones, los corazones que cada fin de semana vuelven a latir al ver rodar la pelota durante esos sagrados 90 minutos y resulta una total y absoluta falta de respeto que faltando apenas 2 días para el encuentro, no se tenga certeza alguna de qué pasará.
Las desprolijidades hablar por sí solas, y muy a mi pesar, ya empiezo a acostumbrarme a que sucedan. Alguna vez me dijeron que debía empezar a pensar que se puede estar mejor pero continúan haciendo todos los méritos para derribar esa teoría. No sólo no estamos mejor, sino que la involución es cada vez mayor, y preocupa. Sumado a la indignación que siento como hincha de mi equipo al no saber qué día decidirán jugar los únicos 90 minutos que espero ansiosa de la semana, el combo completo para creer que lamentablemente, nada cambió.

Si buscan en la cronología de las entradas, la segunda que subí se tituló "El hincha, una vez mas, el perjudicado". Hoy, tranquilamente, podría titularlo de la misma forma pero en un día negro para la música y también para el mundo River, decidí tomar una frase de un autor cuyo corazón también es rojo y blanco, y casualmente, compartía dicha pasión con el querido Flaco Spinetta. Ellos, como vos, como yo, y como tantos, entendemos a River de la manera más genuina que puede sentirlo quien de verdad lo lleva en el alma. Y aunque muchos nos sigan pegando abajo, el hincha una vez más se levanta impulsado por ese amor eterno que nada ni nadie logrará apagar.



domingo, 5 de febrero de 2012

Con Sabor A Nada




Terminó el paupérrimo debut de River en este 2012 e inmediatamente sentí la necesidad de escribir en este espacio para expresar mi indignación. En realidad tengo una mezcla de sensaciones. En principio me invade una profunda preocupación por la falta de respuestas futbolísticas en momentos donde más se necesitan. Por otro lado empiezo a sentir antipatía por jugadores cuyo rendimiento deja mucho que desear partido a partido. Y como si fuera poco, el broche de oro lo pone la tristeza que me genera ver a mi River, mi querido River, en el lugar donde se encuentra. O mejor dicho, donde varios lo llevaron.
No se confundan. Esta no es la primera fecha del torneo. Es un campeonato largo y el "Falta Mucho" vengo escuchándolo hace varios partidos. Hoy no fue la excepción. Inquieta pensar que la misma frase se repite fecha a fecha y que parece ser una historia de esas cuyo final es incierto. Está claro que si River quiere volver a la máxima categoría deberá modificar muchos aspectos que hoy son dejan serios interrogantes.
En la valla, la seguridad es cada vez menor, haciendo juego con la defensa. El mediocampo parece ser vía libre para los rivales, y a nivel ofensivo, la falta de ideas y de contundencia terminan de coronar un desempeño digno de la realidad que vive el millonario, desastroso.
La autocrítica una vez más, ausente. Declaraciones como que "el pasto estaba alto" es algo que realmente me supera. No seremos menos por reconocer nuestros propios errores. Por deslindar responsabilidades en otros factores, hoy nos encontramos sumergidos en un presente impensado para propios y ajenos. Es hora de hacerse cargo de lo que recae sobre el equipo y comenzar a torcer el rumbo de la historia. Aún queda mucho, es cierto. Pero es necesario un cambio de mentalidad urgente, capaz de revertir esta situación.
Lo de esta tarde es algo que definitivamente no puede volver a repetirse. El torneo es largo y River es un equipo más que debe jugarlo, pero con un factor adicional. River no sólo enfrenta a sus rivales, sino a sí mismo. Y es ahí donde el plantel no debe perder la calma. Si la cabeza juega en contra, las piernas seguramente jugarán una mala pasada y allí empezará la debacle, como pudimos apreciar hace unas horas. Un equipo compacto, con la ventaja en el marcador y en una distracción, el empate. Luego, la historia que ya conocemos. La impotencia en su máxima expresión.

No soy una persona de pedir cabezas de nadie. No considero que esa sea la solución hoy en día. Entiendo que ponerse la banda roja hoy no es fácil para nadie pero en esta oscura situación se necesitan hombres capaces de ponerse el equipo al hombro y sacar a flote a un club que hace agua por todos lados. El hincha acompaña. Y es el primero que merece irse de la cancha con un poco de alegría que disimule al menos por un rato la tristeza que lo acompaña desde aquel 26 de Junio. 

Rumbo Al Retorno



"Llega el domingo, voy a ver al campeón, River vos sos mi locura..." Así arranca una de mis canciones de cancha preferidas. Resume todo lo que siento por River. La locura, la pasión, los sentimientos más puros que uno puede  llevar en el alma. Eso mismo fue lo que reflejaron los miles de hinchas millonarios en la previa a este primer partido. Sabido es que nuestra pasión no entiende de categorías, distancias ni rivales impensandos como Almirante Brown. Hoy, no será la excepción para los que te llevamos en el corazón.
Como bien dice ese tema, llegó el domingo y con ello, la vuelta a la competencia oficial de los equipos. Si de River hablamos, empieza algo más. Empieza el retorno, la resurrección, como quieran llamarlo. Quizás no empiece, sino se reanude después de las vacaciones tomadas. Como sea, es el semestre donde River debe afilar el cuchillo y jugar como vulgarmente se dice, a matar o morir. Con tranquilidad y sin desesperación, es cierto. El material está. Contamos con un plantel de jerarquía del cual no tengo dudas, saldrá a defender la banda roja como lo exige nuestros casi 111 años de historia.
Déjenme hacer un alto y contarles lo que me sucedió cuando me levanté esta mañana. Se me vino a la mente la imagen de aquella bandera que apareció en una práctica de River allá por Junio de 2011 y decía algo así como "Jueguen por nosotros, estamos con ustedes". Intento fallido, todos sabemos cómo terminó la historia luego de esa bandera. Hoy me desperté con ganas de transmitirle lo mismo a los jugadores. Que jueguen por nosotros, por la historia, por las glorias, por ellos mismos, por los que ya no están y hacen fuerza desde algún lugar para volver a ver a ese River que tantas alegrías les regaló. Que dejen la vida por la banda. Que ascender es el anhelo que compartimos todos los Riverplatenses y como tal, debe ser cumplido. Que somos grandes, el más grande, y que dicha grandeza debe ser trasladada al campo de juego.
Apoyar, Alentar, Agotar. Esa parece ser la premisa que hoy reina en el mundo River. La antigua triple G, esa de la que habla aquella bandera colgada en la tribuna San Martín alta, parece haber quedado en algún rincón de la memoria, pero lejos de recuperar en el césped. Es necesario entender que los partidos ya no se ganan desde la tribuna, si así fuera estoy segura que no existirían vitrinas para tantos títulos. Combinar la pasión del hincha con el desempeño del jugador será la clave en estos tiempos donde la tan ansiada meta está cerca y no admite duda alguna de ser conseguida.

Vuelve el fútbol, vuelve River y la ilusión está más viva que nunca. Todos los que alguna vez vestimos la banda roja sabemos de la importancia que tendrá cada partido, y de la seriedad con la que deberán ser tomados. La pasión, como ya es una constante en el hincha millonario, sigue intacta o mejor aún, más intensa que nunca. Tenemos todo para conseguir la vuelta a la máxima categoría, esa de la que River no debió haberse ido jamás. Ya demostramos lo que es River en las malas, ahora empecemos a transitar el camino donde demostremos que se puede estar mejor, mucho mejor.

lunes, 30 de enero de 2012

Una catarsis de verano.



Hoy más que nunca necesito un momento de catarsis. La idea principal de este espacio es esa. Poder expresar lo que siento como hincha, enferma y fanática de River que soy, y que a su vez, todo aquel que quiera comentar y contar su sentimiento será más que bienvenido.
Me siento en un momento de desconcierto. Ya la pasión no me es suficiente. O quizás sí lo sea para el corazón, pero no para la razón. Es imperiosa la necesidad de cortar con esta racha negativa que venimos arrastrando, y partido tras partido siento que no sólo no termina sino que se agudiza cada vez más. Las respuestas dentro del césped brillan por su ausencia, los errores se cometen una y otra vez, y como si fuera poco la autocrítica no aparece. Sumado a que uno de los principales -o el principal responsable- pasea por Europa haciendo negocios con jugadores que hoy son súmamente necesarios en el equipo. Pero claro, el bicampeonato económico debe estar golpeando la puerta de Núñez, o de su bolsillo.
Desde el momento en el cual se planteó si se debían jugar o no los superclásicos de verano, siempre estuve a favor. Más allá de las circunstancias, considero que el fútbol es una fiesta y debe ser vivida como tal. La tribuna como ya es una costumbre demostró que está a la altura de lo que siempre fue River. Locura, el sentimiento en su máxima expresión. Imaginen que si se hace complejo explicarlo para quienes llevamos la banda roja en el alma, imposible será que lo entiendan aquellos que no lo viven como nosotros. 
A contraposición, el equipo. El desempeño de River a lo largo de los partidos de verano, salvo en algún que otro momento, dejó mucho qué desear. No dudo de sus ganas ni de su capacidad, para nada. Pero entiendo que en un momento donde las urgencias son muchas, los resultados empiezan a tornarse realmente necesarios. Quizás no por obtener la victoria, sino por lo que representan este tipo de partidos para los hinchas. Son esos que nadie quiere perder, en ninguna estación del año, y lamentablemente nos fuimos con las manos vacías de los dos.
Es necesaria la autocrítica. No seremos menos hinchas por exigirle a nuestros jugadores que respeten la camiseta de River. Que están jugando con la misma banda roja en el pecho que engrandecieron eternos ídolos y hoy se ve sumergida en una realidad que ni el más pesimista se animaba a vaticinar. No podemos volver el tiempo atrás, eso está claro. Pero sí podemos corregir esos errores que nos llevaron a tocar el fondo del que hoy tanto nos cuesta salir.

El camino es largo y aún queda mucho. Pero a no confundirse. El márgen es cada vez más chico y cada encuentro deberá ser tomado con la seriedad que merece. Como apasionada que soy me duele ver el punto al que llegó River. Es inexplicable el valor que tienen estos colores en mi vida, como seguro lo tendrán en la vida de mucho de ustedes y es por eso que me cuesta asimilar el duro trance por el que estamos pasando. El sentimiento sigue intacto, de eso no hay dudas. Habrá que dar vuelta la página, fijar la vista en volver a la máxima categoría y empezar a respirar un poco del renovado aire que tanto merecemos los que te seguimos juegues donde juegues.

viernes, 27 de enero de 2012

Una sanción al corazón.



Es complejo entender los sentimientos. Mucho leí acerca de ello y créanme que todavía no le encuentro una definición exacta. Quizás exista en el diccionario la explicación de dicha palabra, pero cuando la pasión encierra algo tan profundo, la comprensión es completamente ineficaz.
La derrota del miércoles sin dudas, dolió. Las ilusiones era muchas y una vez más, el triste momento en el que está inmerso el club de Nuñez se hizo presente para amargarnos la noche. Un baldazo de realidad que venimos arrastrando hace ya varios meses, y que si bien será duro el camino a transitar, no dudo que inflaremos el pecho cuando más lo necesite el millonario y dejaremos atrás este complicado trance.
Como bien reza el título de esta entrada, la noche del superclásico dejó un poco más que el resultado deportivo. Hace poco hablaba acerca de la vuelta al primer amor, y a mi entender, Alejandro Domínguez fue uno de los pocos que decidió ponerse la banda roja y devolverle a River un poco de todo lo que la institución le había dado. Un acto basado en la pasión, esa que muchos no entendieron y seguramente jamás entenderán si no sienten lo que sentimos todos y cada uno de los que formamos parte de este mundo teñido de rojo y blanco. 
La única autoridad que tengo para expresar mi opinión acerca de la actuación del Chori es aquella que me confiere mi condición de hincha, enamorada, apasionada por la banda roja. Sin lugar a dudas, fue irresponsable. Más allá de la desventaja numérica, su expulsión determinó un duro golpe anímico. Sabido es que en este tipo de encuentros, en los que para mi no existen estaciones climáticas, el corazón es súmamente importante cuando las ideas futbolísticas no abundan, o directamente brillan por su ausencia. 
Me enojé. No entendía cómo un profesional con su trayectoria era capaz de actuar así, y más aún en un partido de estas características. Seguramente su desempeño fue determinante en el resultado final, y aunque después entendí sus motivos, todavía le reprocho su actitud.
Al día siguiente, me dispuse a escuchar sus declaraciones con mayor detenimiento y con un nivel de exacerbación un tanto más calmo de mi parte. Fue ahí cuando comencé a comprenderlo. Es cierto que su conducta mucho tuvo que ver con el final, pero cuando los sentimientos son tan fuertes, difícil se hace controlarlos. El corazón le nubló la razón, y ahí comenzó la debacle. Ver las imágenes me recordó a aquella vez de Matías Almeyda en la cancha de boca, en una tarde parecida a la noche del miércoles. Uno de esos partidos donde la pasión desbordó a los jugadores de River y los hizo olvidar de la importancia que encierran para el hincha este tipo de encuentros.

Ahora sólo resta esperar la definición sobre su futuro en las canchas. Muchos saldrán a matarlo, y no faltarán aquellos que aprovechen esta situación para intentar hundir un poco más al club de Nuñez. Habrá que hacer oídos sordos, pero no confundir las cosas. La situación de River no admite derrotas, y mucho menos en partidos que trascienden lo deportivo. El sentimiento en la tribuna sigue intacto, y el hincha de River más que nunca aguarda que dicha pasión se transforme en alegría en el campo de juego, esa que se nos viene negando y que tanto necesita nuestro ilusionado corazón.

martes, 24 de enero de 2012

Ser feliz, a nuestra manera.



¡Qué locura despertás River! Miro una y otra vez las imágenes de esa multitud recibiendo al plantel esta tarde en Chaco y logro entender al menos algunos de los motivos por los cuales te quiero tanto. Esos que intento explicar cada vez que me preguntan a qué se debe mi fanatismo, mi pasión, mi hermosa e incurable enfermedad.
Es lindo ver que en el lugar donde juegues, siempre vamos a alentarte. Los que tienen la fortuna de hacerlo desde apenas unos metros del campo de juego, los que lo hacen por tv, los que te escuchan por radio y aquellos que hacen malavares para seguirlo por internet. Sea de la forma que sea, somos muchos los que te acompañamos aún en los peores momentos. Los que entendemos que dentro de tanta pasión no existe razón que impida trasladar el sentimiento. Multiplicarlo en miles, millones a lo largo y a lo ancho del país.
Hoy me sentí parte de esa caravana. Hoy entendí que aún después de haber vivido ese 26 de Junio estamos más vivos que nunca. Que la llama Riverplatense es imposible de apagar. Que el anhelo es cada vez más grande y se agiganta pensando en que la meta está cerca. Será duro, sin dudas, pero nadie puede quitarnos el derecho a ilusionarnos con volver a ver a ese River que tantas alegrías nos regaló.
Hoy más que nunca me siento en la necesidad de contarles cuán feliz me siento de llevar la banda roja en la piel. Es uno de esos días en los cuales me pregunto qué hubiese sido de mi vida sin River y créanme que no cabe en mi mente esa posibilidad. Es algo tan grande, tan inmenso que no tiene medida alguna. 
Pisar el Monumental es algo incomparable. Aquellos que alguna vez lo hicieron me van a poder entender, y los que aún no tuvieron dicha suerte, déjenme decirles que es algo que no se pueden perder. Es una sensación única, algo que no se vive en ningún otro lado. Es encontrarte con un poco más de 110 años de historia y empezar a escribir la tuya como lo hicieron grandes ídolos que alguna vez tuvieron la suerte de defender esta gloriosa camiseta.

Se viene un partido de esos que nadie se quiere perder. Podrán decir que no es oficial pero nada tiene de amistoso. Es un encuentro del cual no admito otro resultado que no sea una victoria, esa que tanto merecemos los que te seguimos, te alentamos y dejamos en claro que nuestra pasión no entiende de categoría. Ilusiona notar el entusiasmo que el hincha le contagió al plantel. Sin dudas, son esos partidos que, en gran medida, se juegan con el corazón y ver a varios jugadores dispuestos a dejar la vida por la banda roja es un motivo más que suficiente para creer que más allá del abismo el deseo sigue intacto.
Vamos por tres puntos que empiecen a allanar el camino, dejemos la vida en el césped y en la tribuna. Somos muchos los que estamos con vos River. Vamos todos unidos.

sábado, 14 de enero de 2012

Un amor para toda la vida



Hay quienes aseguran que el primer amor es aquel que nunca se olvida. Pueden pasar muchos en el medio, algunos seguramente dejarán un buen recuerdo, y otros, no tanto. Pero como el primer amor, difícil que exista.
En mi vida como en la de tantos millones, River es sinónimo de amor. Ese que conocés el día que llegás al mundo. Que te enamora con sus colores, con ese radiante manto blanco cruzado por una banda roja que de sólo mirarla te pone la piel de gallina. Y créanme que el término gallina no me significa una ofensa como algunos intentan hacer, sino todo lo contrario. A uno se le pone la piel de gallina cuando tiene en el cuerpo esa sensación de emoción, de pasión, de sentir más suyo que nunca lo que está viviendo. Es exactamente eso lo que me pasa cada vez que me pongo la camiseta, o cuando piso el Monumental y me acuerdo de la primera vez que lo visité de la mano de mi viejo. Me pasa también cuando simplemente intento describir lo que significa esta enorme pasión. Pienso en todos y cada uno de los que lo sienten como yo y vuelve a recorrerme esa indescriptible sensación.
Muchas veces me preguntaron qué es lo que tanto me une a River, y aunque intenté buscarle una respuesta, como se imaginarán aún no la encontré. Hay algo que me sirvió mucho para empezar a entender ese lazo tan fuerte que tengo con estos colores, y fue justamente la vuelta al primer amor de dos grandes jugadores y referentes del actual plantel millonario. Es cierto que en el medio existieron tironeos, egos y demás situaciones que inevitablemente suceden cuando se vuelve al primer hogar. Pero como dice aquella canción de Andrés Calamaro, El amor es más fuerte.
No es habitual que incluya nombres propios, pero no puedo dejar de contarles que la grandeza de Fernando Cavenaghi y de Alejandro Domínguez en una época donde muchos le dieron la espalda a River, fue una luz en ese momento tan oscuro. Fue renovar la ilusión, creer que aún cuando todo parece perdido ese enamoramiento con el primer amor vuelve a comenzar.
Volver a River en este momento no es tarea fácil. En un club tan grande, con la hinchada más grande y 110 años de gloria, el retorno luego de aquel 26 de Junio es algo que pocos, muy pocos, se animaron a emprender. Es algo así como valorar lo que ese primer amor te dio cuando más lo necesitaste, y un día, cuando sentís la necesidad de devolverle un poco de eso que tanto te transmitió, volvés sin importar aquello que resignás. Hacés oídos sordos a esos que seguramente te tildarán de loco, y aunque intentes explicarles una y otra vez el motivo de tu vuelta, sabrás que si no lo sienten como vos, los argumentos serán inútiles.
Porque el amor te lleva a cometer locuras. Inexplicables. Difícil de entender para muchos que no comprenden que cuando se trata de pasión, la razón pierde por goleada.

De River uno se enamora día a día. Con River uno conoce lo que es la fidelidad en su máxima expresión. Porque el amor verdadero no entiende de límites, no tiene fecha de vencimiento aún cuando ya no habitemos la tierra. Es un amor que encierra el sentimiento más puro que una persona puede concebir. Es encontrarle un sentido a cada fin de semana. Es entender que el fútbol es más que un resultado. River es un estilo de vida, es un pacto de aquí a la eternidad. Es ese primer y único amor que sin dudas, dura para toda la vida.

miércoles, 11 de enero de 2012

Miles de hinchas, la misma ilusión.



¡Qué larga se hace la espera, River de mi vida!
En épocas donde pretemporada, entrenamiento, refuerzos, son moneda corriente, los días parecen tener más horas que lo habitual. Los partidos de verano, esos a los que muchos le restan valor pero que sirven para volver a ver a los once que desde mediadios de Diciembre no vemos, parecen no llegar nunca. ¡Ni hablar de los superclásicos! Sí, soy una de los tantos que esperan esos dos partidos como si fuesen alguno de esos por copa, o incluso por un torneo oficial.
Al hincha de River no vengan a hablarle de estaciones del año. Como reza aquel grito de guerra, ya quedó demostrado que la pasión de esos miles de fanáticos que visten orgullosos la banda roja  no entiende de límites, kilómetros ni de elevadísimas temperaturas. Cualquier cotejo que dispute el club de Nuñez es una cita obligada para aquellos que llevamos los colores más a fuego que nunca.
Será especial, no tengo dudas. No voy a negar que venimos transitando un camino engorroso desde aquel 26 de Junio, o quizás desde un poco antes, cuando algunos podían preveer el final de una crónica, lamentablemente, anunciada. Pero como siempre digo, el hincha de River tiene suficiente espalda para sobrellevar la adversidad. 110 años y millones de hinchas a lo largo del planeta, lo avalan.
Al día siguiente del descenso me pregunté cómo iba a ser mi relación con River de ahí en adelante. Inmediatamente me propuse acompañarlo más que nunca, participar. Involucrarme y aportar algo desde mi humilde lugar. Y créanme que es algo que veo reflejado en miles como yo. Cada día conozco más historias de anónimos y agrupaciones que se vieron en la necesidad de aferrarse un poco más al club. Casualmente esta mañana le decía a un amigo, que sintió lo mismo que yo, algo así como que el descenso potenció la pasión. Sin dudas, suena ambiguo y es difícil de explicar, pero confío en que me entiendan aquellos que sienten la banda parte de su vida, de su identidad, de su piel.
La obligación de defender a River es de todos. Desde el primero al último que compone el maravilloso mundo blanco y rojo. Es nuestra responsabilidad acompañar a esos colores, y hacerlos respetar dentro y fuera del verde césped. Dejar en claro que esa locura que sentimos por River no se compara con nada. Enarbolar la bandera, cubrir de punta a punta el globo terráqueo con ese manto blanco y demostrar una vez más que River Plate es el más grande, lejos.


Costó y cuesta superar este duro trance que nos toca vivir. Aún quedan seis meses de este interminable torneo y serán largos los kilómetros a recorrer. Tenemos jugadores, hinchada y un enorme sentimiento por esta camiseta. Nos sobra pasión y todavía le queda mucha cuerda a ese amor eterno. La ilusión sigue intacta o mejor dicho, más viva que nunca. Es cierto que la experiencia en la B es algo que ni el más pesimista hubiera imaginado, pero si hay algo que me reconforta es saber que aún en las malas quiero a River más que nunca.

miércoles, 4 de enero de 2012

Con el pie derecho, River


Esta mañana el club de Nuñez puso en marcha la ilusión que los hinchas venimos arrastrando hace ya varios meses. Volver a ver a River en el lugar del que nunca debió haberse ido, de lo más alto del fútbol argentino. Será sin dudas un semestre definitorio para el millo. No hay lugar para especulaciones ni dudas. Cada partido deberá ser tomado con el respeto que merece para dejar de agrandar giles, como vulgarmente se dice.
Las puertas del Monumental vuelven a abrirse y con ello vuelven a latir millones de corazones golpeados por este duro momento pero con la pasión intacta, esa que como siempre digo no conoce de límites, kilómetros o rivales. No existe motivo por el cual el hincha de River decline la cita que tiene cada fin de semana con su equipo. Sobradas muestran avalan lo que digo, basta con ver tablas de recaudaciones o incluso la cantidad de nuevos socios que tiene River mes a mes. Ni hablar de la rapidez con la que suelen agotarse las entradas o los precios irrisorios que están dispuestos a pagar en una reventa.
Habrá que fortalecer un poco más el corazón y explicarle que todavía le queda mucha cuerda junto a River. Si sobrevivimos a aquel 26 de Junio pasado, ¿Cómo no acompañar al millo ahora?
Algunos  lo llaman resurrección, otros simplemente retorno. Al fin y al cabo, son sinónimos del mismo objetivo. Ese que habla de volver a ser lo que grandes glorias supieron hacer de River a través de estos 110 años de vida. Idolos como el Beto Alonso, que hoy festeja sus 59 años envuelto en una falta de respeto que sin dudas, alguien que nos regaló aquellos goles con la mítica pelota naranja y esa vuelta olímpica en la cancha del clásico rival, no merece.

Exijamos. No será menos hincha aquel que le exija actitud y buen juego al equipo. Estoy convencida que uno de los motivos por los cuales estamos transitando este duro momento es por haber aprobado jugadores que nunca debieron haber vestido esa gloriosa banda roja. Esa que supo hacerse más intensa a través de los años, y hoy se ve opacada por la dura realidad que nos toca vivir. River pone primera rumbo a la meta de volver a lo más alto. Que sea con el pie derecho, querido millonario.

domingo, 1 de enero de 2012

Año nuevo, mismo sentimiento.


Hora de dar vuelta la página. Dejar atrás el año más oscuro de nuestros 110 años y unirnos más que nunca por la vuelta del más grande a la máxima categoría. Hay quienes suelen decir que al año nuevo le viene una vida nueva. Es probable que así sea, aunque en realidad lo que se renuevan son los proyectos, las ilusiones. Si de River hablo, lo único que no se renueva es la pasión. Porque sigue intacta, firme y más latente que nunca.
Anoche, al levantar la copa imaginaba a cada uno de los miles de fanáticos que comparten el mismo sentimiento. Seguramente el deseo se repitió a lo largo del planeta, sin importar diferencias horarias. Cada uno de nosotros incluyó en su brindis el anhelo de volver a ser. De volver a ver a River en lo más alto. De recuperar esa identidad que hoy varios parecen haber olvidado. Será, sin dudas, un camino largo y doloroso, como lo viene siendo desde aquel 26 de Junio pasado. Pero déjenme decirles que el hincha de la banda lleva un espíritu de lucha incansable, el mismo que lo impulsa a seguir a su equipo hasta el lugar más remoto sin importar distancia o rival. 
El 2012 es un año bisiesto, y revisando los años de igual característica me permito ilusionarme un poco más. Desde aquel glorioso 1996, donde River ganó todo, hasta la fecha los años bisiestos han sido victoriosos. El 2000, 2004 y 2008 vió coronarse campeón al equipo de Nuñez. Algunos dirán que las estadísticas no sirven, y es algo respetable. Pero desde mi humilde lugar de hincha necesito aferrarme a algo para creer que se puede revertir, y el tema de los años no es un dato menor.  
Como dije alguna vez, serán los próximos seis meses determinantes para River. El margen de error es cada vez más chico, al igual que la paciencia del hincha. Ya no hay lugar para las dudas, cada partido deberá ser tomado como una auténtica final. Habrá que dejar de agrandar rivales y revalidar la grandeza que supieron darle a nuestro club tantas glorias que hoy ya no están para ponerse los cortos. Habrá que pedirle al corazón que resista. Estoy segura que aún después de haber tocado fondo, algo pudimos aprender, pero que no se confunda. Aprender no significa perdonar porque el dolor perdura y será algo que nos acompañe hasta el último día.

Varias profecías han dicho que el 2012 será el año del fin del mundo. Déjenme contarles que vengo experimentando esa sensación hace ya varios meses. Cada punto que dejamos en el camino me recuerda a aquellos escasos que nos hicieron falta para no llegar a donde nos encontramos hoy en día. Las noches sin dormir, las discusiones hasta el cansancio con amigos defendiendo algo que ni yo podía sostener, miles de mensajes de texto diciendo "Hasta cuándo" y aquellos más optimistas que rezaban "Ya va a pasar", todo me fue fortaleciendo. Hay quienes dicen que lo que no te mata, te fortalece. Y debo admitir que es una gran verdad. Aunque varias veces me sentí muerta en vida, hoy puedo afirmar que es la enorme pasión que siento por esa banda roja la que no me deja caer. Ya sufrimos lo suficiente, el duelo todavía está en marcha. Que los Mayas esperen, antes del fin del mundo hay que volver a ver a River en lo más alto. Créanme que más que un deseo, es una obligación.