"Porque desde la primera vez que uno pone un pie en la vereda del Monumental no puede imaginarse
la vida sin la banda. Como existe el viento, como el cielo es azul. Gracias a Dios, existe River."
Ignacio Copani

lunes, 4 de junio de 2012

Será por todo lo que fuimos



Y pasó nomás. Una nueva frustración. Un nuevo golpe en el pecho, un nuevo dolor de cuerpo. Un poquito más de alcohol a un fuego que parece no apagarse más. Una nueva herida a un alma que no encuentra razones para seguir sufriendo. Para seguir pagando los errores de otros, para seguir hundiendo la historia de un club que hace agua por todos lados.

Hasta cuándo. Es la pregunta que me hacen muchos como si me pusiera el traje de Nostradamus y pudiera predecir un final que ni yo sé como terminará. Ojalá, créanme que desearía más que nada tener esa respuesta. Poder decir con certeza que quedan apenas tres semanas de esta dura e interminable pesadilla. Y ojo, no voy a negar que será algo que nos acompañará de por vida. Pero volver a la máxima categoría significará, sin lugar a dudas, un cambio de aire que necesitamos todos los que venimos experimentando los peores sentimientos. Bronca, impotencia, tristeza. Soy la primera que, cada fin de semana, se pregunta hasta cuándo habrá que seguir buscándole explicaciones a algo que realmente no la tiene. Ya no creo en nada, ni en nadie. No creo en promesas, en vaticinios, en cábalas. En nada. Cada encuentro se encarga de derrumbar mis teorías. Cuando creo ganado un partido en los 90 minutos, me lo empatan. Cuando lo creo ganado por el historial y las estadísticas, nos quedamos a doce pasos de la final. Como si fuera poco, de esa final tan deseada. Sí, los astros están alineados en nuestra contra hace rato y si bien no estoy para nada a favor de la violencia, creo que es momento de hacerles una visita y explicarles que el corazón ya no aguanta más.

Si algo aprendí desde el 27 de Junio de 2011 es a no negar la realidad. A aceptarla tal cual es y de ahí emprender el punto de partida hacia la reconstrucción, resurrección, como quieran llamarlo. Si olvido, si perdono, si no exijo o si no me enojo estaría cayendo en la necedad de aquellos que intentan tapar el sol con las manos. Tengo en claro que no me gano el título de hincha por hacer caso omiso a un momento que ni el más pesimista imaginó. Sino, todo lo contrario. Reafirmo mi condición de hincha involucrándome, acompañando, alentando, defendiendo mis colores. Pero también lo hago criticando, analizando y reprobando las actitudes de aquellos a los cuales la camiseta, tanto dentro como fuera del campo de juego les queda demasiado grande. Así como también, decido hacerlo ante un técnico que ayer por la noche tuvo una gran responsabilidad en el resultado final. Sí. Respeto las opiniones a favor y en contra pero una semi final era motivo suficiente para ponerle un poco más de picante a un equipo que llegó de gran manera a esta instancia y que ayer le faltó un caudillo que agarre ese sexto penal y se haga cargo de una pelota que en ese momento quemaba. Y la agarró un chico que con 24 minutos en cancha y algunos escasos partidos, definitivamente no tuvo la culpa.

Siento cada fin de semana que la herida se hace más grande. Pero también, y aunque piensen que estoy loca, me corre en la sangre el amor por River más que nunca. No quiero decir que me acostumbré porque sigo pensando que se puede estar mejor. Pero también es cierto que cada derrota, cada golpe, cada tristeza hace más grande el amor que le tengo a esta institución, al rojo y al blanco. Que cada semana espero más ansiosa el próximo partido. Que a pesar de los duros momentos, siento la necesidad una vez más de acompañar a mi equipo. De seguir escribiendo, de no darme por vencida. Y me llena el alma ver que seguimos fieles a River. que las camisetas siguen estando, que el hincha genuino sigue firme. No soy hincha de la hinchada, para nada. Si hay algo que siempre resalté es al verdadero hincha de River. Ese que respeta la historia y se hace respetar. Ese que en apenas tres semanas, si las piernas, la cabeza y la suerte juegan a nuestro favor, se irá a dormir con una sonrisa y con el alma un poco menos maltrecha. Que sea por la historia, por los ídolos, por los títulos. Que sea por todos los que fuimos. Pero que la vuelta, sea una realidad.


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