"Porque desde la primera vez que uno pone un pie en la vereda del Monumental no puede imaginarse
la vida sin la banda. Como existe el viento, como el cielo es azul. Gracias a Dios, existe River."
Ignacio Copani

domingo, 1 de enero de 2012

Año nuevo, mismo sentimiento.


Hora de dar vuelta la página. Dejar atrás el año más oscuro de nuestros 110 años y unirnos más que nunca por la vuelta del más grande a la máxima categoría. Hay quienes suelen decir que al año nuevo le viene una vida nueva. Es probable que así sea, aunque en realidad lo que se renuevan son los proyectos, las ilusiones. Si de River hablo, lo único que no se renueva es la pasión. Porque sigue intacta, firme y más latente que nunca.
Anoche, al levantar la copa imaginaba a cada uno de los miles de fanáticos que comparten el mismo sentimiento. Seguramente el deseo se repitió a lo largo del planeta, sin importar diferencias horarias. Cada uno de nosotros incluyó en su brindis el anhelo de volver a ser. De volver a ver a River en lo más alto. De recuperar esa identidad que hoy varios parecen haber olvidado. Será, sin dudas, un camino largo y doloroso, como lo viene siendo desde aquel 26 de Junio pasado. Pero déjenme decirles que el hincha de la banda lleva un espíritu de lucha incansable, el mismo que lo impulsa a seguir a su equipo hasta el lugar más remoto sin importar distancia o rival. 
El 2012 es un año bisiesto, y revisando los años de igual característica me permito ilusionarme un poco más. Desde aquel glorioso 1996, donde River ganó todo, hasta la fecha los años bisiestos han sido victoriosos. El 2000, 2004 y 2008 vió coronarse campeón al equipo de Nuñez. Algunos dirán que las estadísticas no sirven, y es algo respetable. Pero desde mi humilde lugar de hincha necesito aferrarme a algo para creer que se puede revertir, y el tema de los años no es un dato menor.  
Como dije alguna vez, serán los próximos seis meses determinantes para River. El margen de error es cada vez más chico, al igual que la paciencia del hincha. Ya no hay lugar para las dudas, cada partido deberá ser tomado como una auténtica final. Habrá que dejar de agrandar rivales y revalidar la grandeza que supieron darle a nuestro club tantas glorias que hoy ya no están para ponerse los cortos. Habrá que pedirle al corazón que resista. Estoy segura que aún después de haber tocado fondo, algo pudimos aprender, pero que no se confunda. Aprender no significa perdonar porque el dolor perdura y será algo que nos acompañe hasta el último día.

Varias profecías han dicho que el 2012 será el año del fin del mundo. Déjenme contarles que vengo experimentando esa sensación hace ya varios meses. Cada punto que dejamos en el camino me recuerda a aquellos escasos que nos hicieron falta para no llegar a donde nos encontramos hoy en día. Las noches sin dormir, las discusiones hasta el cansancio con amigos defendiendo algo que ni yo podía sostener, miles de mensajes de texto diciendo "Hasta cuándo" y aquellos más optimistas que rezaban "Ya va a pasar", todo me fue fortaleciendo. Hay quienes dicen que lo que no te mata, te fortalece. Y debo admitir que es una gran verdad. Aunque varias veces me sentí muerta en vida, hoy puedo afirmar que es la enorme pasión que siento por esa banda roja la que no me deja caer. Ya sufrimos lo suficiente, el duelo todavía está en marcha. Que los Mayas esperen, antes del fin del mundo hay que volver a ver a River en lo más alto. Créanme que más que un deseo, es una obligación.

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