"Porque desde la primera vez que uno pone un pie en la vereda del Monumental no puede imaginarse
la vida sin la banda. Como existe el viento, como el cielo es azul. Gracias a Dios, existe River."
Ignacio Copani

lunes, 19 de diciembre de 2011

Ni olvido, ni perdón.


Se está terminando el año. Quedan apenas  poco más de 10 días para despedir este doloroso 2011 e inevitablemente el balance de estos 12 meses es absolutamente negativo. Aunque intenten contarnos otra historia, esa que habla de campeonatos económicos, líder en entradas vendidas, créanme que nada me saca la tristeza que arrastro desde aquel 26 de Junio.
Sepan que el hincha, el verdadero hincha, el que sigue a River a todas partes sin ningún fin más que el de acompañar a los once de los que espera una alegría por semana, ese hincha que levanta la bandera blanca cruzada por esa franja roja, no es estúpido. Sepan que no olvida, y mucho menos perdona.
Y déjenme incluírme dentro de esos hinchas, porque aunque intente disimularlo, es una espina que llevaré clavada toda mi vida. Y no me avergüenza decirlo porque aunque me duela todo lo que pasó, puedo afirmar que el sentimiento que hoy tengo por River es aún más grande, como eterna es la pasión que va a acompañar al club de Nuñez hasta el último día de mi vida.
Fue un año que se ensañó con el hincha de River. Algunos dirán que lo veían venir, otros como yo, todavía no podemos comprenderlo. Como si fuera poco, resultados deportivos de otros hicieron aún más duro este último mes. ¿Para qué negarlo? Dolió, y duele ver la realidad en la que está inmerso el club más grande de la Argentina. Duele ver como varios se llenaron los bolsillos y llevaron a River a transitar el momento más oscuro de su historia. Y lo que es peor, verlos caminar libremente, impunes, como si nada hubiera sucedido. Déjenme decirles a todos y cada uno de esos sujetos que, aunque la justicia en esta causa no exista, la condena del hincha de River ya la tienen, y será algo que llevarán de por vida.
Es la historia del club de Nuñez, la memoria de esos monstruos que vistieron la banda roja la que exige no olvidar. Es por esos hinchas que vieron fundarse a River, por los que hoy lo acompañan a lo largo de todo el mundo. Y fundamentalmente por aquellos que nos representarán el día de mañana. Olvidar será darles la mano a esos delincuentes, será faltarle el respeto al pacto que firmamos el día que conocimos a River. Ese acuerdo de fidelidad inquebrantable que reafirmamos cada fin de semana y se ve reflejado en aquella estrofa que dice que No alcanzan las tribunas, ni las entradas. O esa otra que reza que Esa locura que sentimos por vos, no se compara con nada.

Los próximos seis meses serán los más importantes en la rica historia del club. Qué contradictorio suena hablar de un ascenso en 110 años de gloria, pero no debemos ser hipócritas ni escondernos. No debemos confundir la pasión con la aprobación porque así volveríamos a cometer errores, esos que nos llevaron a donde estamos hoy en día. Es momento de defender nuestros colores, dentro y fuera de la cancha. De explicarles a quienes nos representan de manera institucional como deportivamente que River es grande, muy grande y como tal merece estar en el lugar del que nunca debió haberse ido. Es momento de devolverle al hincha un poco de esa alegría que le robaron aquel 26 de Junio, y que sin dudas, mantiene viva la ilusión de recuperar. Ese hincha cuya pasión no entiende de límites, ese que como dice la canción Deja todo por ver al tricampeón.

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