"Porque desde la primera vez que uno pone un pie en la vereda del Monumental no puede imaginarse
la vida sin la banda. Como existe el viento, como el cielo es azul. Gracias a Dios, existe River."
Ignacio Copani

martes, 13 de diciembre de 2011

La pasión, sin vacaciones.


Se terminó el semestre del año más triste que nos ha tocado vivir a todos los hinchas de River. Tan imposible de explicar como de comprender es el dolor que causa ver la tamaña mancha que tiene el manto blanco, y aunque intente disimularlo, se que será difícil, por no decir imposible, de borrar. Será algo que llevemos de por vida, pero, ¿quién nos va a venir a hablar de amor a nosotros? Sí, a nosotros que aún ganando, empatando o perdiendo con equipos absolutamente desconocidos, dejamos en claro la pasión que tenemos por los colores. Y que no se confunda, pasión no quiere decir aprobación. El amor por la camiseta va más allá del jugador que la vista. Es una cuestión donde el corazón le gana por goleada a la razón.
Déjenme contarles un poquito de mi experiencia personal del Domingo ante Patronato. Sí, tal como leyeron, Patronato de Entre Ríos. Me desperté tan ansiosa de ir a la cancha como aquellos Domingos en los cuales faltaban tan sólo horas para dar la vuelta olímpica. Como pudieron leer algunos en mi cuenta de Twitter, cada último partido que voy a ver al Monumental me recuerda al primero que presencié aquella calurosa noche del 17 de Diciembre de 1997 de la mano de mi viejo, cuando River se adjudicaba la Supercopa ante San Pablo. Si bien las circunstancias son absolutamente diferentes, créanme que el mismo sentimiento me recorre la piel. Esa sensación de estar en casa por dos horas, de compartir la misma pasión con esos que conozco, y tantos otros que no. Ese grito que se multiplica en las miles de gargantas que están allí presentes, y a lo largo de todo el mundo. El Soy De River todavía suena en los oídos y se hace aún más grande en el corazón. 
Más de una vez me preguntaron qué significa ser de River y jamás pude dar una respuesta concreta. Cualquier palabra queda chica para definir tamaña pasión. Es algo que va más allá, que traspasa todos los límites. Estoy segura que nunca voy a poder explicarlo porque sin dudas, los sentimientos no tienen fundamento alguno sino que viven en el alma hasta el día que uno deja de existir. Más de una vez imaginé ser parte de ese círculo celeste el día que ya no pueda estar desde la tribuna, y créanme que si hay un lugar en el que quisiera vivir por siempre es allí, en Nuñez, en mi casa como siempre digo.
Si algo me enseñó River es que contrariamente a lo que muchos dicen, el amor para toda la vida existe. La única certeza que tengo es que la banda roja que me cruza la piel la voy a llevar con orgullo toda mi vida dejando en claro que pueden pasar los años, pasar los jugadores, pero lo que no pasa, River es mi pasión.

Se acerca fin de año y es inevitable pensar en aquel brindis previo a la llegada del 2011. River es una enorme parte de mi vida, y como tal, ha sido protagonista de uno de esos deseos, ese que alguien vaya uno a saber por qué motivo se olvidó de cumplirme. Soy de los que piensan que todo sirve de aprendizaje para no volver a cometer errores, en especial estos tan caros que estamos pagando hoy en día. Será un mes y un poco más para reflexionar acerca de la situación que estamos atravesando, y hacer aún más fuerte la unión Riverplatense para que en los próximos 6 meses podamos dejar atrás un poco de tanto dolor y transformarlo en alegría. Esa que tan acostumbrados nos tiene River y hoy, en el año número 110 de su nacimiento, parece haber quedado olvidada en algún recoveco del mágico Monumental.

2 comentarios:

  1. Muy emocionante te Felicito!!! Es indescriptible el amor por River! Estaremos ahi en el 2012 como siempre! Saludos

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  2. Vuelvo a agradecerte por aca!
    Es muy lindo saber que se logra transmitir un poquito de tanta pasión.
    MUCHAS GRACIAS!!

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