Te fuiste. Dejaste un legado imborrable, querido Beto. Transmitiste tu pasión por River siempre que pudiste. Profesaste el amor a los colores hasta el último día. Sufriste junto a nosotros, lloraste como lo hicimos aquellos que llevamos tan adentro esa banda roja. Seguro te habrás enojado, intentaste encontrar respuestas a un momento que todavía ninguno entiende. Y lamentablemente te fuiste con esas preguntas que hasta hoy nos seguimos haciendo. Me animo a decir que no buscaste culpables, pero tampoco te olvidaste de los que le hicieron esto a tu querido River. Hoy recuerdo aquella frase que dijiste cuando explicaste que te dolió más el descenso, que el día en el cual te enteraste sobre tu enfermedad. Y vaya si te creí aquel día y si te creo hoy. Llevaste el sentimiento a todos lados. Durante tus 40 años de carrera River nunca se ausentó de tus micrófonos. Fuiste el corazón, las palabras y el alma de todos nosotros cuando no tuvimos espacio para expresarnos.
Te hiciste socio en el año 1978 y tuviste la alegría de ser vitalicio del club. Fijate si representaste a River que hasta prestaste tu voz y tu imagen para la película que se proyecta de los mejores jugadores en el Museo de Figueroa Alcorta. Viviste los 18 años sin salir campeón y aseguraste que si bancaste al equipo durante todo ese tiempo, cómo no ibas a hacerlo ahora. Y te diste el gusto de calmar esa tristeza que tuviste al verlo caer aquel sábado junto a todos nosotros. De alguna forma, y aunque hoy suene un tanto ambiguo, volviste a vivir. Seguramente no pudiste festejar como hubieras deseado. Te tocó bailar con la más fea y sin embargo siempre diste pelea a una batalla difícil de ganar. ¡Si sabremos de luchas nosotros, los hinchas de River! Y estoy segura que esa fuerza que hacías por el equipo partido a partido fue la misma que pusiste para recuperarte. Nunca voy a entender por qué se va la gente buena, por qué se van aquellos que le hacen bien al alma. Pero si de algo estoy feliz, hoy en el día de tu partida, es de que pudiste verlo volver. Te habrás emocionado tanto como nosotros. Volviste a firmar ese pacto eterno que tenemos con los colores, más allá de la vida.
Quien hable de vos seguramente dirá la palabra River en el medio. Fuiste, sos, y serás siempre sinónimo de la banda roja. Hoy te habrás encontrado con esos grandes que viste en la cancha. Y también con esos que nos dejaron hace poco, el flaco, Caloi, y tantos otros, conocidos y desconocidos que forman parte de esta gran familia millonaria a la que estoy orgullosa de pertenecer. No descubro nada al decir que te ganaste un lugar enorme en el cielo, y estoy segura que a partir de Agosto, cuando empiece la nueva temporada en el lugar del que nunca debimos habernos ido, vas a alentar desde aquel círculo celeste que encierra nuestro maravilloso Monumental. Como lo hiciste desde la tribuna, desde la tele o desde la radio, vas a volver a profesar el amor más puro por lo colores de River. Tu River.