"Porque desde la primera vez que uno pone un pie en la vereda del Monumental no puede imaginarse
la vida sin la banda. Como existe el viento, como el cielo es azul. Gracias a Dios, existe River."
Ignacio Copani

viernes, 29 de junio de 2012

Hasta siempre, Beto.



Te fuiste. Dejaste un legado imborrable, querido Beto. Transmitiste tu pasión por River siempre que pudiste. Profesaste el amor a los colores hasta el último día. Sufriste junto a nosotros, lloraste como lo hicimos aquellos que llevamos tan adentro esa banda roja. Seguro te habrás enojado, intentaste encontrar respuestas a un momento que todavía ninguno entiende. Y lamentablemente te fuiste con esas preguntas que hasta hoy nos seguimos haciendo. Me animo a decir que no buscaste culpables, pero tampoco te olvidaste de los que le hicieron esto a tu querido River. Hoy recuerdo aquella frase que dijiste cuando explicaste que te dolió más el descenso, que el día en el cual te enteraste sobre tu enfermedad. Y vaya si te creí aquel día y si te creo hoy. Llevaste el sentimiento a todos lados. Durante tus 40 años de carrera River nunca se ausentó de tus micrófonos. Fuiste el corazón, las palabras y el alma de todos nosotros cuando no tuvimos espacio para expresarnos.

Te hiciste socio en el año 1978 y tuviste la alegría de ser vitalicio del club. Fijate si representaste a River que hasta prestaste tu voz y tu imagen para la película que se proyecta de los mejores jugadores en el Museo de Figueroa Alcorta. Viviste los 18 años sin salir campeón y aseguraste que si bancaste al equipo durante todo ese tiempo, cómo no ibas a hacerlo ahora. Y te diste el gusto de calmar esa tristeza que tuviste al verlo caer aquel sábado junto a todos nosotros. De alguna forma, y aunque hoy suene un tanto ambiguo, volviste a vivir. Seguramente no pudiste festejar como hubieras deseado. Te tocó bailar con la más fea y sin embargo siempre diste pelea a una batalla difícil de ganar. ¡Si sabremos de luchas nosotros, los hinchas de River! Y estoy segura que esa fuerza que hacías por el equipo partido a partido fue la misma que pusiste para recuperarte. Nunca voy a entender por qué se va la gente buena, por qué se van aquellos que le hacen bien al alma. Pero si de algo estoy feliz, hoy en el día de tu partida, es de que pudiste verlo volver. Te habrás emocionado tanto como nosotros. Volviste a firmar ese pacto eterno que tenemos con los colores, más allá de la vida.

Quien hable de vos seguramente dirá la palabra River en el medio. Fuiste, sos, y serás siempre sinónimo de la banda roja. Hoy te habrás encontrado con esos grandes que viste en la cancha. Y también con esos que nos dejaron hace poco, el flaco, Caloi, y tantos otros, conocidos y desconocidos que forman parte de esta gran familia millonaria a la que estoy orgullosa de pertenecer. No descubro nada al decir que te ganaste un lugar enorme en el cielo, y estoy segura que a partir de Agosto, cuando empiece la nueva temporada en el lugar del que nunca debimos habernos ido, vas a alentar desde aquel círculo celeste que encierra nuestro maravilloso Monumental. Como lo hiciste desde la tribuna, desde la tele o desde la radio, vas a volver a profesar el amor más puro por lo colores de River. Tu River.

domingo, 24 de junio de 2012

Punto Y Aparte.



Final a la pesadilla que me mantuvo en vilo 363 días y noches. Final a la pesadilla que me generó el nudo más grande en la garganta, el mayor dolor de cuerpo. Final a una pesadilla que me costó peleas con amigos, con familiares. Y por sobre todas las cosas, final a una pesadilla que reafirmó el amor que siento por estos colores. La locura que genera un club de fútbol. La pasión que, 38 fechas después, le sigue ganando por goleada a la razón. Hace meses vengo pensando qué escribiría hoy. Fueron muchos los domingos que me desperté con la idea de que el anhelo se alejaba, pero también fueron muchos los días que renové la confianza en el grupo que defendió a muerte esta camiseta. Hoy, créanme, no me sale nada de lo que había planeado. Hoy no entiendo cómo llegamos hasta acá pero si todo lo sufrido valió para despertarme con la sensación que todavía tengo no me arrepiento de nada. 

Llegué al Monumental con una incertidumbre insoportable. No sabía qué hacer para adelantar el tiempo. Las agujas del reloj parecían estancarse cada cinco minutos. Nadie me aseguraba el resultado y, era previsible que no sucediera pensando que tantas veces nos confiamos y nos llevamos la desilusión a casa. Esta vez ni el más optimista se animaba a vaticinarme el final de esta historia. La postal era repetida en los miles de rostros que se hicieron presentes. Recibí llamados de personas que jamás pensé que recibiría deseándome una especie de suerte que ni yo creía. La previa fue a puro nervio y ansiedad hasta que se hicieron las 3, y la pelota comenzó a girar. Radios por doquier en todo el círculo del Monumental. Recordé aquel partido ante Lanus donde las malas noticias llegaban minuto a minuto y, por supuesto, intenté pensar que la historia esta vez tenía que estar del lado de River. Y ocurrió lo que tanto ansiábamos. El pitazo final desató el llanto, la locura, la felicidad en todos. Habíamos terminado con el sufrimiento de meses y necesitábamos esa explosión en el alma que todavía me recorre por la piel.

Qué difícil se hace hablar de los sentimientos. Y más complicado es cuando se trata de uno imposible de explicar en palabras. Es cuestión de sentirlo, de vivirlo. Se trata de dejarse llevar por la pasión, por la locura que genera la camiseta. Se trata de conocer la historia, la gloria. De los motivos por los cuales este club es demasiado grande y de ninguna manera merecía estar en el lugar donde muchos lo llevaron. Pienso en los kilómetros recorridos, en los maltratos que recibimos. En las canchas que visitamos, la lucha por entradas, la angustia que arrastramos hace ya varios meses y más orgullosa me pone saber que seguimos estando. Que nunca nos caracterizamos por abandonar. Que pudimos habernos enojado, criticado y hasta pensamos en dejar todo pero, el amor, el amor es más fuerte.

Siento un gran alivio. Tengo la sensación de haberme despertado de un año colmado de negativas. Porque si ganábamos, no jugábamos con nadie. Si empatábamos éramos el peor equipo y si perdíamos, bueno, para qué decirlo. Un año en el cual los refuerzos llegaban rotos, los jugadores estaban peleados. La dirigencia le había soltado la mano al cuerpo técnico y el técnico, uno que tuvo que ponerse el buzo casi sin tiempo a pensarlo, era incapaz de sacar esto adelante. Y finalmente, todos unidos, lo logramos. Aquel mundo que se me derrumbó el 26 de Junio de 2011 hoy parece comenzar a reconstruirse. Llevará su tiempo, no tengo dudas. Pero hoy decido ponerle punto y aparte al sufrimiento más grande que viví. Hoy empiezo a escribir una nueva página con la certeza de que somos millones los que llevamos la banda roja en el alma y no vamos a dejarte caer, nunca más.


lunes, 4 de junio de 2012

Será por todo lo que fuimos



Y pasó nomás. Una nueva frustración. Un nuevo golpe en el pecho, un nuevo dolor de cuerpo. Un poquito más de alcohol a un fuego que parece no apagarse más. Una nueva herida a un alma que no encuentra razones para seguir sufriendo. Para seguir pagando los errores de otros, para seguir hundiendo la historia de un club que hace agua por todos lados.

Hasta cuándo. Es la pregunta que me hacen muchos como si me pusiera el traje de Nostradamus y pudiera predecir un final que ni yo sé como terminará. Ojalá, créanme que desearía más que nada tener esa respuesta. Poder decir con certeza que quedan apenas tres semanas de esta dura e interminable pesadilla. Y ojo, no voy a negar que será algo que nos acompañará de por vida. Pero volver a la máxima categoría significará, sin lugar a dudas, un cambio de aire que necesitamos todos los que venimos experimentando los peores sentimientos. Bronca, impotencia, tristeza. Soy la primera que, cada fin de semana, se pregunta hasta cuándo habrá que seguir buscándole explicaciones a algo que realmente no la tiene. Ya no creo en nada, ni en nadie. No creo en promesas, en vaticinios, en cábalas. En nada. Cada encuentro se encarga de derrumbar mis teorías. Cuando creo ganado un partido en los 90 minutos, me lo empatan. Cuando lo creo ganado por el historial y las estadísticas, nos quedamos a doce pasos de la final. Como si fuera poco, de esa final tan deseada. Sí, los astros están alineados en nuestra contra hace rato y si bien no estoy para nada a favor de la violencia, creo que es momento de hacerles una visita y explicarles que el corazón ya no aguanta más.

Si algo aprendí desde el 27 de Junio de 2011 es a no negar la realidad. A aceptarla tal cual es y de ahí emprender el punto de partida hacia la reconstrucción, resurrección, como quieran llamarlo. Si olvido, si perdono, si no exijo o si no me enojo estaría cayendo en la necedad de aquellos que intentan tapar el sol con las manos. Tengo en claro que no me gano el título de hincha por hacer caso omiso a un momento que ni el más pesimista imaginó. Sino, todo lo contrario. Reafirmo mi condición de hincha involucrándome, acompañando, alentando, defendiendo mis colores. Pero también lo hago criticando, analizando y reprobando las actitudes de aquellos a los cuales la camiseta, tanto dentro como fuera del campo de juego les queda demasiado grande. Así como también, decido hacerlo ante un técnico que ayer por la noche tuvo una gran responsabilidad en el resultado final. Sí. Respeto las opiniones a favor y en contra pero una semi final era motivo suficiente para ponerle un poco más de picante a un equipo que llegó de gran manera a esta instancia y que ayer le faltó un caudillo que agarre ese sexto penal y se haga cargo de una pelota que en ese momento quemaba. Y la agarró un chico que con 24 minutos en cancha y algunos escasos partidos, definitivamente no tuvo la culpa.

Siento cada fin de semana que la herida se hace más grande. Pero también, y aunque piensen que estoy loca, me corre en la sangre el amor por River más que nunca. No quiero decir que me acostumbré porque sigo pensando que se puede estar mejor. Pero también es cierto que cada derrota, cada golpe, cada tristeza hace más grande el amor que le tengo a esta institución, al rojo y al blanco. Que cada semana espero más ansiosa el próximo partido. Que a pesar de los duros momentos, siento la necesidad una vez más de acompañar a mi equipo. De seguir escribiendo, de no darme por vencida. Y me llena el alma ver que seguimos fieles a River. que las camisetas siguen estando, que el hincha genuino sigue firme. No soy hincha de la hinchada, para nada. Si hay algo que siempre resalté es al verdadero hincha de River. Ese que respeta la historia y se hace respetar. Ese que en apenas tres semanas, si las piernas, la cabeza y la suerte juegan a nuestro favor, se irá a dormir con una sonrisa y con el alma un poco menos maltrecha. Que sea por la historia, por los ídolos, por los títulos. Que sea por todos los que fuimos. Pero que la vuelta, sea una realidad.