"Porque desde la primera vez que uno pone un pie en la vereda del Monumental no puede imaginarse
la vida sin la banda. Como existe el viento, como el cielo es azul. Gracias a Dios, existe River."
Ignacio Copani

viernes, 28 de septiembre de 2012

Tanta pasión merecía tener un día




¡Qué lindo saber que cada 28 de septiembre somos más los que festejamos este Día Internacional del Hincha de River! ¡Qué lindo saber que cada vez somos más los locos que nos reunimos cada domingo en las escalinatas del Monumental esperando por nuestro equipo! ¡Qué lindo sentir que las malas no nos separaron sino todo lo contrario. Que nos mantienen unidos, que estos colores nos mantienen vivos!

Nuevo día del hincha de River. Y como cada año que pasa desde aquel 2003 cuando se decidió tomar la fecha del nacimiento del gran Angel Labruna como punto de partida para el festejo, me pregunto qué es lo que me mueve seguir a estos colores. Como siempre digo, es algo muy difícil de explicar. Siempre me dijeron que a los sentimientos no hace falta entenderlos, que con vivirlos alcanza y sobra. Sin embargo, veintidós años después de haber conocido la banda roja, siento la necesidad de que entiendan mi locura. Una locura que créanme, me transforma en la persona más sana del planeta. Porque no mato, no robo ni cometo ningún acto que me haga repensar mi decisión de seguir a River. Diría que es todo lo contrario. Este club me hace vivir, me llena de energía, me devuelve las ganas de todo cuando no tengo ganas de nada.

Hoy leo en las redes sociales la cantidad de personas que comparten mi misma locura y siento que no me equivoqué. Que así como yo, son miles los que a lo largo y a lo ancho del planeta viven esta pasión. Que abrazar a un desconocido fue el acto más genuino cuando la pelota entró a la red. Que cantarle a mi primito las canciones de cancha antes que las de María Elena Walsh, es algo que volvería a a hacer.
No me arrepiento de las tardes que me perdí con amigos, de los cumpleaños de familiares, de las peleas con novios e incluso de las discusiones con mi círculo más cercano. ¿Por qué voy a arrepentirme? ¿Acaso River no es lo suficientemente importante en mi vida como para elegirlo? Claro que lo es. River es eso que aunque te falle, volves a perdonarlo. Que aunque te enojes, entendes que el amor es mucho más fuerte. Es ese amor fiel que no se siente por nada ni nada. Que no se cambia, no se vende y mucho menos, se entiende.

¡Qué lindo es ser hincha de River! Me enorgullece poder decirle a tantos, muy feliz día. Que nos lo merecemos, que pasamos por muchas y necesitamos tener un día nuestro. En el cual pidamos por la vuelta del éxito, la magia y la alegría. Que dejemos atrás esos momentos que oscurecieron nuestra historia y que se haga justicia con aquellos que la mancharon. Que somos muchos los que aún en el peor de los estados, vamos a estar cada vez que nos necesites. Feliz día a vos que llevás el blanco y el rojo como bandera. A vos que llegás al Monumental y sentís ese nosequé en la piel. A vos que dejas todo por cumplir el ritual de cada fin de semana. A vos que levantás hoy tu copa y brindás por Angelito, por el Beto, por el Enzo y tantos otros que te regalaron los mejores momentos de tu vida. A vos, y tantos tantos otros, feliz día.





martes, 7 de agosto de 2012

Peguemos un volantazo, urgente.



¡Ay River! ¡Qué manera de hacerme sufrir! De hacernos sufrir a tantos que esperamos tu vuelta. Parece una historia de nunca acabar. Llegar con todas las ilusiones de ver un cambio, ese que significara la vuelta a primera con bombos y platillos. Es cierto que la mancha va a quedar, no tengo dudas. Pero el hecho de pensar que llegaba ese domingo con el que tanto soñamos ya era un motivo para comenzar a dejar los colores oscuros y pintar un panorama bastante más ameno. Sin embargo, lo mismo de siempre. El dejavú. El "esto ya lo viví". Mirar para todos lados intentando encontrar una explicación. ¿Cómo puede ser? Algo tiene que motivarlos. Y salir de la cancha con la misma sensación de que nada cambió. De que dejar afuera a los referentes, no tuvo sentido. Que otra vez se subestimó un mercado de pases como ya pasó en varias oportunidades. Que seguimos cometiendo los mismos errores en defensa, que no pateamos al arco, que nuestro arquero sigue quedándose parado. Y para colmo, erramos la posibilidad de llegar al empate. Sí, no solo a nivel futbolístico dejamos bastante que desear sino que la suerte tampoco acompaña. Hace algunos meses escribí algo parecido y me preocupa. No pretendo depender de la fortuna, no me mal interpreten. Simplemente tengo la certeza que en River todo, absolutamente todo, funciona mal.

Siento que año tras año todo vuelve a repetirse. De aquellas épocas donde ganar era una sana costumbre pasamos a estos partidos donde no sabemos qué pasará. O lo que es peor, rezamos por no cometer ninguna torpeza que termine con la pelota en el centro de la cancha. Me apena salir de la cancha pensando que todo esto será muy duro. ¡Somos River! ¿Desde cuándo permitimos que venga cualquiera a nuestra cancha y nos falte el respeto? Sí, me respondo sola. Se desde cuándo. Desde que permitimos que nos roben  en nuestro propio club. Desde que nos empezamos a preocupar cuando vimos que la tonalidad del rojo en los números se iba oscureciendo cada vez más. Desde que aplaudimos a jugadores que se olvidaron de la historia de River. Desde que decidimos comenzar a ganar en la tribuna, antes que en la cancha. Por quién alentaba más, quién llevaba la bandera más larga. Quién se plantaba primero. Y nos olvidamos que los puntos para no descender, solo los conseguimos peleando en el campo de juego.

Me duele, me enoja, me entristece ver así a mi querido River. Si algo podía calmar la pesadilla de las 38 fechas en la B, era un buen debut en el torneo que deje en claro los motivos por los cuales volvimos. Y que sea apenas un aviso para todo lo que vendrá. Sin embargo, todo fue al revés. Las ilusiones se dilapidaron en apenas unos minutos, al igual que me sucedió en tantas otras ocasiones. Muchas veces sueño con volver a esas tardes donde ir al Monumental era una rutina de llegar, ganar e irse. Una rutina que disfrutaba a pleno, y no quiere decir que hoy en día no lo disfrute. Pero me duele en el alma ver que no hay respuestas, y que tampoco hay autocrítica. Que seguimos con el cassette del merecimiento cuando ya comprobamos que los goles se hacen, que los tres puntos no se merecen. Sigo confiando en este equipo y en el cuerpo técnico. No tengo dudas que el material para salir adelante, está. Pero es necesario pegar un volantazo y despertarse para no volver a sufrir, o mejor dicho, para dejar de sufrir.

martes, 31 de julio de 2012

Te alentaremos de corazón




¡Pensar que abrí este espacio a modo de catarsis! En aquel entonces busqué todas las maneras existentes de canalizar el dolor que me provocó ver caer a River. Esos días no me los olvido más. Para quienes llevan el sentimiento tan adentro será fácil comprenderme. Las preguntas eran muchas y las respuestas brillaban por su ausencia. ¡Cuántas veces intenté buscar culpables! Nada me era suficiente. Ni los jugadores, ni el cuerpo técnico, ni los dirigentes. Ni siquiera el jefe máximo. Ninguna explicación me alcanzaba para calmar la tristeza que me generaba imaginar a River, sí, al más grande, al más ganador, en una categoría menor. Y decidí emprender diferentes proyectos para acompañar a mi equipo en lo que sería un camino eterno, interminable. Con kilómetros y kilómetros por recorrer. Con muchos obstáculos por esquivar. Nadie dijo que sería fácil y sin dudas, todos los que vivimos este año inmenso, tenemos bien en claro que nos costó varias lágrimas y desilusiones. Pero como todo también tuvo esos momentos de los lindos. Esos abrazos interminables, esas manos rojas de aplaudir. Esas gargantas afónicas de alentar. Sea donde sea, en cada lugar donde se presentó Matías Almeyda y sus dirigidos, la fiesta fue millonaria.

Vuelvo a darle la razón a esa frase que dice Tarda en llegar pero, al final, al final hay recompensa. Es totalmente cierta. Por aquellos días más de uno sintió que gran parte de su mundo se le vino abajo. Que esa institución tan grande se había convertido en tierra de nadie. Todavía recuerdo lo que pensé cuando iba al Monumental en aquella lluviosa tarde frente a Chacarita. La primera fecha del torneo en el Nacional B para River. Sí, hasta el día de hoy, difícil de creer. 38 fechas eternas, recorriendo provincias, pensando en cómo sería visitar ciertas canchas impensadas para nosotros. Siempre nos reímos de la desgracia ajena sin pensar que en algún momento podía caernos a nosotros. Y al final, nos cayó. ¡Y vaya si dolió! Pero como toda historia, tiene su final. Y en nuestro caso, fue feliz. Costó tanto que yo soy otra que siente que este año valió por varios más. Sin embargo, cada fin de semana de incertidumbre, me fue haciendo más fuerte. Dicen que en las malas se ven a aquellos que realmente están y si somos tantos, estoy orgullosa de llevar estos colores y defenderlo tanto como lo hacen millones a lo largo y a lo ancho del mundo.

Se viene lo mejor. Costó pero llegamos. Volvimos al lugar del que nunca debimos habernos ido y es momento de comenzar a dejar atrás tanto sufrimiento. De renovar el pacto, de agigantar la pasión. De volver a jurarle amor eterno a River, nuestro River. El River que todos deseamos vuelva a brillar. De defender los colores ante todo, de hacer respetar nuestra bandera con los ajenos pero sobre todo, ante los propios. Soñemos en grande, si siempre nos sobró historia. Volvamos a las fuentes, estemos unidos. Cantemos más que nunca, aplaudamos, dejemos que el corazón le gane una vez más a la razón. El domingo arranca una nueva ilusión y como ocurrió en cada centímetro de nuestro país y del mundo, vamos a ser muchos los que te alentaremos de corazón.

viernes, 29 de junio de 2012

Hasta siempre, Beto.



Te fuiste. Dejaste un legado imborrable, querido Beto. Transmitiste tu pasión por River siempre que pudiste. Profesaste el amor a los colores hasta el último día. Sufriste junto a nosotros, lloraste como lo hicimos aquellos que llevamos tan adentro esa banda roja. Seguro te habrás enojado, intentaste encontrar respuestas a un momento que todavía ninguno entiende. Y lamentablemente te fuiste con esas preguntas que hasta hoy nos seguimos haciendo. Me animo a decir que no buscaste culpables, pero tampoco te olvidaste de los que le hicieron esto a tu querido River. Hoy recuerdo aquella frase que dijiste cuando explicaste que te dolió más el descenso, que el día en el cual te enteraste sobre tu enfermedad. Y vaya si te creí aquel día y si te creo hoy. Llevaste el sentimiento a todos lados. Durante tus 40 años de carrera River nunca se ausentó de tus micrófonos. Fuiste el corazón, las palabras y el alma de todos nosotros cuando no tuvimos espacio para expresarnos.

Te hiciste socio en el año 1978 y tuviste la alegría de ser vitalicio del club. Fijate si representaste a River que hasta prestaste tu voz y tu imagen para la película que se proyecta de los mejores jugadores en el Museo de Figueroa Alcorta. Viviste los 18 años sin salir campeón y aseguraste que si bancaste al equipo durante todo ese tiempo, cómo no ibas a hacerlo ahora. Y te diste el gusto de calmar esa tristeza que tuviste al verlo caer aquel sábado junto a todos nosotros. De alguna forma, y aunque hoy suene un tanto ambiguo, volviste a vivir. Seguramente no pudiste festejar como hubieras deseado. Te tocó bailar con la más fea y sin embargo siempre diste pelea a una batalla difícil de ganar. ¡Si sabremos de luchas nosotros, los hinchas de River! Y estoy segura que esa fuerza que hacías por el equipo partido a partido fue la misma que pusiste para recuperarte. Nunca voy a entender por qué se va la gente buena, por qué se van aquellos que le hacen bien al alma. Pero si de algo estoy feliz, hoy en el día de tu partida, es de que pudiste verlo volver. Te habrás emocionado tanto como nosotros. Volviste a firmar ese pacto eterno que tenemos con los colores, más allá de la vida.

Quien hable de vos seguramente dirá la palabra River en el medio. Fuiste, sos, y serás siempre sinónimo de la banda roja. Hoy te habrás encontrado con esos grandes que viste en la cancha. Y también con esos que nos dejaron hace poco, el flaco, Caloi, y tantos otros, conocidos y desconocidos que forman parte de esta gran familia millonaria a la que estoy orgullosa de pertenecer. No descubro nada al decir que te ganaste un lugar enorme en el cielo, y estoy segura que a partir de Agosto, cuando empiece la nueva temporada en el lugar del que nunca debimos habernos ido, vas a alentar desde aquel círculo celeste que encierra nuestro maravilloso Monumental. Como lo hiciste desde la tribuna, desde la tele o desde la radio, vas a volver a profesar el amor más puro por lo colores de River. Tu River.

domingo, 24 de junio de 2012

Punto Y Aparte.



Final a la pesadilla que me mantuvo en vilo 363 días y noches. Final a la pesadilla que me generó el nudo más grande en la garganta, el mayor dolor de cuerpo. Final a una pesadilla que me costó peleas con amigos, con familiares. Y por sobre todas las cosas, final a una pesadilla que reafirmó el amor que siento por estos colores. La locura que genera un club de fútbol. La pasión que, 38 fechas después, le sigue ganando por goleada a la razón. Hace meses vengo pensando qué escribiría hoy. Fueron muchos los domingos que me desperté con la idea de que el anhelo se alejaba, pero también fueron muchos los días que renové la confianza en el grupo que defendió a muerte esta camiseta. Hoy, créanme, no me sale nada de lo que había planeado. Hoy no entiendo cómo llegamos hasta acá pero si todo lo sufrido valió para despertarme con la sensación que todavía tengo no me arrepiento de nada. 

Llegué al Monumental con una incertidumbre insoportable. No sabía qué hacer para adelantar el tiempo. Las agujas del reloj parecían estancarse cada cinco minutos. Nadie me aseguraba el resultado y, era previsible que no sucediera pensando que tantas veces nos confiamos y nos llevamos la desilusión a casa. Esta vez ni el más optimista se animaba a vaticinarme el final de esta historia. La postal era repetida en los miles de rostros que se hicieron presentes. Recibí llamados de personas que jamás pensé que recibiría deseándome una especie de suerte que ni yo creía. La previa fue a puro nervio y ansiedad hasta que se hicieron las 3, y la pelota comenzó a girar. Radios por doquier en todo el círculo del Monumental. Recordé aquel partido ante Lanus donde las malas noticias llegaban minuto a minuto y, por supuesto, intenté pensar que la historia esta vez tenía que estar del lado de River. Y ocurrió lo que tanto ansiábamos. El pitazo final desató el llanto, la locura, la felicidad en todos. Habíamos terminado con el sufrimiento de meses y necesitábamos esa explosión en el alma que todavía me recorre por la piel.

Qué difícil se hace hablar de los sentimientos. Y más complicado es cuando se trata de uno imposible de explicar en palabras. Es cuestión de sentirlo, de vivirlo. Se trata de dejarse llevar por la pasión, por la locura que genera la camiseta. Se trata de conocer la historia, la gloria. De los motivos por los cuales este club es demasiado grande y de ninguna manera merecía estar en el lugar donde muchos lo llevaron. Pienso en los kilómetros recorridos, en los maltratos que recibimos. En las canchas que visitamos, la lucha por entradas, la angustia que arrastramos hace ya varios meses y más orgullosa me pone saber que seguimos estando. Que nunca nos caracterizamos por abandonar. Que pudimos habernos enojado, criticado y hasta pensamos en dejar todo pero, el amor, el amor es más fuerte.

Siento un gran alivio. Tengo la sensación de haberme despertado de un año colmado de negativas. Porque si ganábamos, no jugábamos con nadie. Si empatábamos éramos el peor equipo y si perdíamos, bueno, para qué decirlo. Un año en el cual los refuerzos llegaban rotos, los jugadores estaban peleados. La dirigencia le había soltado la mano al cuerpo técnico y el técnico, uno que tuvo que ponerse el buzo casi sin tiempo a pensarlo, era incapaz de sacar esto adelante. Y finalmente, todos unidos, lo logramos. Aquel mundo que se me derrumbó el 26 de Junio de 2011 hoy parece comenzar a reconstruirse. Llevará su tiempo, no tengo dudas. Pero hoy decido ponerle punto y aparte al sufrimiento más grande que viví. Hoy empiezo a escribir una nueva página con la certeza de que somos millones los que llevamos la banda roja en el alma y no vamos a dejarte caer, nunca más.


lunes, 4 de junio de 2012

Será por todo lo que fuimos



Y pasó nomás. Una nueva frustración. Un nuevo golpe en el pecho, un nuevo dolor de cuerpo. Un poquito más de alcohol a un fuego que parece no apagarse más. Una nueva herida a un alma que no encuentra razones para seguir sufriendo. Para seguir pagando los errores de otros, para seguir hundiendo la historia de un club que hace agua por todos lados.

Hasta cuándo. Es la pregunta que me hacen muchos como si me pusiera el traje de Nostradamus y pudiera predecir un final que ni yo sé como terminará. Ojalá, créanme que desearía más que nada tener esa respuesta. Poder decir con certeza que quedan apenas tres semanas de esta dura e interminable pesadilla. Y ojo, no voy a negar que será algo que nos acompañará de por vida. Pero volver a la máxima categoría significará, sin lugar a dudas, un cambio de aire que necesitamos todos los que venimos experimentando los peores sentimientos. Bronca, impotencia, tristeza. Soy la primera que, cada fin de semana, se pregunta hasta cuándo habrá que seguir buscándole explicaciones a algo que realmente no la tiene. Ya no creo en nada, ni en nadie. No creo en promesas, en vaticinios, en cábalas. En nada. Cada encuentro se encarga de derrumbar mis teorías. Cuando creo ganado un partido en los 90 minutos, me lo empatan. Cuando lo creo ganado por el historial y las estadísticas, nos quedamos a doce pasos de la final. Como si fuera poco, de esa final tan deseada. Sí, los astros están alineados en nuestra contra hace rato y si bien no estoy para nada a favor de la violencia, creo que es momento de hacerles una visita y explicarles que el corazón ya no aguanta más.

Si algo aprendí desde el 27 de Junio de 2011 es a no negar la realidad. A aceptarla tal cual es y de ahí emprender el punto de partida hacia la reconstrucción, resurrección, como quieran llamarlo. Si olvido, si perdono, si no exijo o si no me enojo estaría cayendo en la necedad de aquellos que intentan tapar el sol con las manos. Tengo en claro que no me gano el título de hincha por hacer caso omiso a un momento que ni el más pesimista imaginó. Sino, todo lo contrario. Reafirmo mi condición de hincha involucrándome, acompañando, alentando, defendiendo mis colores. Pero también lo hago criticando, analizando y reprobando las actitudes de aquellos a los cuales la camiseta, tanto dentro como fuera del campo de juego les queda demasiado grande. Así como también, decido hacerlo ante un técnico que ayer por la noche tuvo una gran responsabilidad en el resultado final. Sí. Respeto las opiniones a favor y en contra pero una semi final era motivo suficiente para ponerle un poco más de picante a un equipo que llegó de gran manera a esta instancia y que ayer le faltó un caudillo que agarre ese sexto penal y se haga cargo de una pelota que en ese momento quemaba. Y la agarró un chico que con 24 minutos en cancha y algunos escasos partidos, definitivamente no tuvo la culpa.

Siento cada fin de semana que la herida se hace más grande. Pero también, y aunque piensen que estoy loca, me corre en la sangre el amor por River más que nunca. No quiero decir que me acostumbré porque sigo pensando que se puede estar mejor. Pero también es cierto que cada derrota, cada golpe, cada tristeza hace más grande el amor que le tengo a esta institución, al rojo y al blanco. Que cada semana espero más ansiosa el próximo partido. Que a pesar de los duros momentos, siento la necesidad una vez más de acompañar a mi equipo. De seguir escribiendo, de no darme por vencida. Y me llena el alma ver que seguimos fieles a River. que las camisetas siguen estando, que el hincha genuino sigue firme. No soy hincha de la hinchada, para nada. Si hay algo que siempre resalté es al verdadero hincha de River. Ese que respeta la historia y se hace respetar. Ese que en apenas tres semanas, si las piernas, la cabeza y la suerte juegan a nuestro favor, se irá a dormir con una sonrisa y con el alma un poco menos maltrecha. Que sea por la historia, por los ídolos, por los títulos. Que sea por todos los que fuimos. Pero que la vuelta, sea una realidad.


viernes, 25 de mayo de 2012

111 años después, te vuelvo a elegir.



Hace horas vengo pensando de qué manera iba a resumir en algunas lineas lo que significa River en este cumpleaños número 111. Muchos me dijeron que no hay nada por festejar. Argumentaban que estar en la B, en una situación impensada, era motivo suficiente para pasar el 25 de Mayo como un día más. Con perfil bajo, inadvertidos. Me enojé. No entendía como esos que se llenan la boca hablando de aguante, de amor, de pasión, pudieron esbozarme no festejar un nuevo año junto a River. Por eso decidí izar la bandera más que nunca y partir rumbo al Monumental. Mi casa, nuestra casa.

Al llegar pude ver a todos esos locos apasionados como yo. Entendí que no estaba errada en querer festejar un nuevo cumpleaños. Entendí que, más allá del dolor que causa ver a River en esta categoría, me regaló muchas más alegrías que tristezas. Entendí que esa canción que reza Pasan los años, pasan los jugadores, pero lo que no pasa, River es mi pasión sigue intacta. Que la locura sigue intacta. Que el sentimiento no entiende de circunstancias, de partidos, de lugar donde nuestro querido millonario.
Me encontré con muchos conocidos, y una vez más entendí por qué estaba caminando junto a ellos. Sin dudas,  River, además de lo que me dio a lo largo de mi corta edad me hizo conocer personas que seguramente jamás hubiera encontrado. Me regaló una nueva familia, la riverplatense, me regaló los mejores abrazos, las mejores afonías. Siempre digo que River en mi vida es como una terapia. Puedo tener la peor semana pero pisar el Monumental logra que mi mundo se reduzca por dos o tres horas a la mayor felicidad. Con River no existe el mal de amores, las peleas con amigos, las discusiones familiares. Con River no existen los malos días, los problemas laborales se terminan, las desilusiones se olvidan. River genera que el corazón, la mente, el cuerpo luzca como nuevo. Es mágico. Uno entra en ese círculo rojo y blanco y el aire se renueva. Y solo te dedicás a disfrutar. A vivir la fiesta. A llevarte en las retinas las imágenes que solo se sienten en el corazón.

Seguramente, hace 111 años, esos soñadores que forjaron nuestro querido River Plate no imaginaron que tendría este significado en la vida de tantos. En la vida de aquellos que lo tienen todo, y en la de esos que no tienen nada y se aferran a estos colores para seguir viviendo. Esos que entienden a River como una forma de vivir, como un pacto de aquí a la eternidad. Es difícil de entender para aquellos que no lo viven, lo sé. No voy a pretender que comprendan mi locura, déjenme nomás vivirla.

Ignacio Copani cantó en uno de sus temas que Ser Riverplantese es gozar la vida y es cierto que en este último tiempo a nosotros nos está costando disfrutar. No soy necia y admito el momento que estamos atravesando. No voy a negarlo, me duele en el alma ver en ruinas al club que me vio nacer y que yo vi crecer. Me duele tanto como ver herido a una familiar, porque créanme que no miento al decir que River es una parte enorme de mi vida. Y es por eso que decidí no abandonarlo. Que si me regaló tantas sonrisas, tantos momentos inolvidables, tantas personas inigualables, hoy me necesita a su lado. Y hoy, 25 de Mayo, en el día de su cumpleaños no iba a dejar de estarlo. Sentir esta interminable pasión es un sentimiento que no se explica pero tiene nombre. Se llama River Plate y hoy, 111 años después, te vuelvo a elegir.