¡Pensar que abrí este espacio a modo de catarsis! En aquel entonces busqué todas las maneras existentes de canalizar el dolor que me provocó ver caer a River. Esos días no me los olvido más. Para quienes llevan el sentimiento tan adentro será fácil comprenderme. Las preguntas eran muchas y las respuestas brillaban por su ausencia. ¡Cuántas veces intenté buscar culpables! Nada me era suficiente. Ni los jugadores, ni el cuerpo técnico, ni los dirigentes. Ni siquiera el jefe máximo. Ninguna explicación me alcanzaba para calmar la tristeza que me generaba imaginar a River, sí, al más grande, al más ganador, en una categoría menor. Y decidí emprender diferentes proyectos para acompañar a mi equipo en lo que sería un camino eterno, interminable. Con kilómetros y kilómetros por recorrer. Con muchos obstáculos por esquivar. Nadie dijo que sería fácil y sin dudas, todos los que vivimos este año inmenso, tenemos bien en claro que nos costó varias lágrimas y desilusiones. Pero como todo también tuvo esos momentos de los lindos. Esos abrazos interminables, esas manos rojas de aplaudir. Esas gargantas afónicas de alentar. Sea donde sea, en cada lugar donde se presentó Matías Almeyda y sus dirigidos, la fiesta fue millonaria.
Vuelvo a darle la razón a esa frase que dice Tarda en llegar pero, al final, al final hay recompensa. Es totalmente cierta. Por aquellos días más de uno sintió que gran parte de su mundo se le vino abajo. Que esa institución tan grande se había convertido en tierra de nadie. Todavía recuerdo lo que pensé cuando iba al Monumental en aquella lluviosa tarde frente a Chacarita. La primera fecha del torneo en el Nacional B para River. Sí, hasta el día de hoy, difícil de creer. 38 fechas eternas, recorriendo provincias, pensando en cómo sería visitar ciertas canchas impensadas para nosotros. Siempre nos reímos de la desgracia ajena sin pensar que en algún momento podía caernos a nosotros. Y al final, nos cayó. ¡Y vaya si dolió! Pero como toda historia, tiene su final. Y en nuestro caso, fue feliz. Costó tanto que yo soy otra que siente que este año valió por varios más. Sin embargo, cada fin de semana de incertidumbre, me fue haciendo más fuerte. Dicen que en las malas se ven a aquellos que realmente están y si somos tantos, estoy orgullosa de llevar estos colores y defenderlo tanto como lo hacen millones a lo largo y a lo ancho del mundo.
Se viene lo mejor. Costó pero llegamos. Volvimos al lugar del que nunca debimos habernos ido y es momento de comenzar a dejar atrás tanto sufrimiento. De renovar el pacto, de agigantar la pasión. De volver a jurarle amor eterno a River, nuestro River. El River que todos deseamos vuelva a brillar. De defender los colores ante todo, de hacer respetar nuestra bandera con los ajenos pero sobre todo, ante los propios. Soñemos en grande, si siempre nos sobró historia. Volvamos a las fuentes, estemos unidos. Cantemos más que nunca, aplaudamos, dejemos que el corazón le gane una vez más a la razón. El domingo arranca una nueva ilusión y como ocurrió en cada centímetro de nuestro país y del mundo, vamos a ser muchos los que te alentaremos de corazón.